domingo, 20 de marzo de 2011

La Expedición (o dónde tengo la cabeza ahora)

La Expedición es un viaje largo de Buenos Aires a La Plata, en unas bicis raras, en torno al camino del tren y guiados por el deseo de encontrarse con otros, intercambiar, sorprenderse, transformarse. Es una exposición ambulante, una construcción colectiva, es una obra hecha de muchas obras; una experiencia de habilitación. Como apuesta de un arte relacional, ya empezó: en cada diálogo para sumar a otros, gestionar las paradas, producir deseos, propiciar encuentros. Por otra parte, La Expedición es, en buena medida, el relato de esa travesía. O sus relatos, en plural, con voces múltiples.
-Dando un curso sobre arte contemporáneo en La Plata -dice Roger, uno de los "habilitadores"- me di cuenta de que existe un buen número de artistas y colectivos que prefieren permanecer en el lugar donde viven y actúan, en vez de venir a la capital a vender su trabajo. A venderse. Me dio la impresión de que existen más colectivos, o más pensamiento artístico en términos colectivos, en La Plata que en Buenos Aires. Pero no los conozco todos. Tampoco conozco a los artistas y colectivos que trabajan en las localidades intermedias.  Y así surgió la pregunta, ¿y si la expedición sirviera para salir al encuentro de esos artistas? ¿No estamos nosotros en una especie de interior, en una especie de centro, por más descentrado que esté Buenos Aires? ¿Por qué no salir de ahí y hacer un esfuerzo por ver lo que otros están haciendo?-. Esa fue la idea inicial.
-Lo más seductor de La Expedición es, quizá, poder explorarse a una misma. No somos los exploradores del siglo XV o del XIX, esos que iban al encuentro de un mundo pretendidamente vacío. Sabemos que no hay desiertos en el camino. Más bien los expedicionarios vamos a ver quiénes somos y cómo estamos siendo. El terreno a explorar somos nosotros mismos. Y nuestros contemporáneos, claro. Otros a quienes no conocemos (...) Explorarnos a nosotros mismos será escarbar nuestros preconceptos, nuestras imágenes difusas, nuestras ciudades imaginadas -sugiere LULI.
-Desde el principio no he dejado de pensar en la Muestra Ambulante y en los infinitos diálogos posibles entre uno y otro proyecto- cuenta Fabi, y no es la única que lo piensa.  -LE y la MA nos proponen un mapa donde a modo de red, las paradas, los nodos, funcionan como remansos donde detenerse y escuchar, pero también pensar y hacer. Espacios donde el otro se sienta habilitado, partícipe, productor.
En eso andamos.

IMAGEN UNA DE LAS BICIS DE LEO ZAMBÓN, QUE INSPIRÓ LA IDEA INICIAL

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