lunes, 31 de octubre de 2011

Por qué damos La Pulseada

Nos lo recordó Mariano Sassiain ayer, en una jornada solidaria en Plaza San Martín.
Tiene 16 años y vive desde los 9 en el hogar que fundó Carlitos Cajade.
Quiere ser periodista, pero no hacer cualquier periodismo.
Es curioso que el video esté subido a youtube por el diario El Día, que poco tiene que ver con esta lección que nos da Marianito:



El mejor recuerdo para Carlitos, el mejor estímulo para seguir dando La Pulseada.

viernes, 28 de octubre de 2011

Gazpacho

Escribe su editora, Cristina Civale, presentando el número 8 de la revista del Centro Cultural España en Buenos Aires:

¿Qué tienen en común un programa de software de protección antivirus y una embajada diplomática; las barreras contra la inmigración clandestina y el descubrimiento de una nueva vacuna contra una enfermedad contagiosa?
Si bien remiten a ámbitos que suelen pensarse por separado (seguridad informática, diplomacia, política interior, medicina), estos hechos pueden ser abordados a partir de una noción que atraviesa esas esferas aparentemente separadas y las refiere a una misma cadena de sentido: la noción de inmunización.
Estos son los cuestionamientos que abrimos en Gazpacho 8 para pensar la sociedad que construimos cada día: ¿una sociedad más libre o sólo más segura? ¿Más segura para quién? ¿Más libre: de qué modo?


Me avisan que ya salió Gazpacho, una revista bonita y bien producida, que se presenta hoy en la sede del CCEBA. Aporté ahí una notita sobre seguridad privada. Enhorabuena, empezamos a discutir estos temas.

martes, 25 de octubre de 2011

10 años sin Darío

Hoy se cumplen 10 años de una desaparición en democracia, la de Darío Jerez, en el Partido de La Costa. Un caso que toca bien de cerca al poder político local de entonces, encabezado por el intendente radical Guillermo Magadán y el patotero que tenía por secretario de gobierno, Jorge Grande. Todavía no sé sabe qué pasó con Darío. Todavía no hay justicia. Hoy son Germán (21), Joaquín (25) y Julián (26), que perdieron a su viejo cuando eran pibes, los que la reclaman.
Todos, por los medios a nuestro alcance, tenemos que reclamarla. Aquí comparto una nota publicada en marzo de 2004 en La Pulseada, contando un caso que no ha tenido grandes novedades, salvo algunos procesamientos por encubrimiento y la espera de un juicio oral que nunca llega.


El silencio y una pregunta recorren Santa Teresita
¿DÓNDE ESTÁ DARÍO JEREZ?

Hace 30 meses desapareció, sin dejar rastros, y las preguntas sobre su paradero no encuentran respuestas • Aunque los vecinos del Partido de La Costa realizan todos los jueves marchas de silencio reclamando esclarecimiento y justicia, aún no han logrado trascender a la escena nacional • Otros casos no resueltos en la localidad y un trasfondo de poderosos intereses que operan con total impunidad • Los silencios de ayer y de hoy.



Santa Teresita suelen ser sinónimo de tranquilidad, paz, serenidad; pero la de todos los días no es la de la playa y la peatonal veraniega. Y mucho menos lo es los jueves, cuando centenares de vecinos recorren las calles reclamando justicia por varios casos que los intrigan e indignan.
En esa localidad, precisamente, desapareció en octubre de 2001 Darío Jerez, sin que nunca más se supiese de él. En esa misma localidad, el sereno de un balneario fue asesinado a sangre fría la noche del 7 de marzo de 2000, sin mediar un intento de robo ni nada similar. Dos semanas antes había estallado una bomba en la Iglesia del pueblo, aparentemente amedrentando al cura local para que cese su prédica contra las drogas. ¿Qué esconde Santa Teresita? ¿Por qué no hay respuestas del Poder Judicial? Nadie sabe responderlo con certeza. Y los interrogantes crecen día a día, marcha a marcha.  Los jueves, el mismo día elegido por las Madres de Plaza de Mayo para reclamar justicia, los vecinos costeros caminan pidiendo, también, saber la verdad. Son una multitud que recorre las calles en silencio detrás de la bandera que interroga: ¿Dónde está Darío?

Desaparecer
Padre de tres hijos, Rubén Darío Jerez era corredor de la compañía alimenticia Arcor. Un día por semana, además, trabajaba para la financiera Comprar SRL, encargada de una tarjeta de crédito regional.  El 25 de octubre de 2001, Darío salió a trabajar como todas las mañanas, levantando pedidos en los kioscos. Dejó su auto abierto y con las llaves puestas cerca de la intersección de las calles 27 y 3 de Santa Teresita. Nunca más regresó. Tampoco volvió a su casa a enviar los pedidos, ni pasó a buscar a su mujer por el Jardín. Desapareció sin dejar rastros.
Lo que siguió fue la lucha personal de su esposa, Viviana Zubiaurre, y su familia, por dar con su paradero. Y no es una lucha fácil. La familia entera sobrevive con menos de 500 pesos, el salario docente de Viviana. Con él no sólo tienen que comer, sino pagar a la abogada que sigue la causa judicial y costear tratamientos psicológicos para los hijos de Darío.  Los Jerez ya vivían humildemente antes de aquel 25 de octubre. Pero cinco días después de la desaparición de Darío, la empresa Arcor le envió un frío telegrama de despido. Curiosamente, en el sitio web de su fundación, una representante del Grupo Arcor se jacta de “la apuesta humana” y “el compromiso de su Directorio con las comunidades”. Desde octubre de 2001, la familia Jerez no tuvo más noticias de la empresa que empleaba a Darío.
Tampoco recibieron apoyo de Comprar. Todo lo contrario: la empresa y sus compañeros se alejaron llamativamente de la familia Jerez, y no han estado muy dispuestos a colaborar con la investigación judicial.
“El misterio de saber qué es lo que pasó con Darío sigue. Nosotros pensamos que acá hay gente que sabe más y creo que por temor no lo dicen”, cuenta Viviana a La Pulseada.

Errar, ocultar, desinvestigar
Al poco tiempo de desaparecer Jerez, el comisario inspector Manuel Dans le recriminó a Viviana que su esposo era un delincuente, con pedido de captura en el Gran Buenos Aires. Después se retractó, y dijo que se trataba de otro Darío Jerez. Tercero en mando en la Jefatura Departamental de Dolores, Dans estuvo en la Comisaría de Santa Teresita entre el 25 y el 29 de octubre de 2001, precisamente en el período en que la familia evalúa que “la Policía no trabajó bien” y “la investigación fue un caos”. La presencia de Dans llama la atención a la esposa de Jerez. “Vino inmediatamente después de desaparecido mi marido; yo jamás conversé con el entonces comisario, (Juan Carlos) García. No sé cómo llegó plantado este señor jefe, el mismo 25. Apareció él como caído del cielo para manejar la causa de Darío”.  Cuando le tocó declarar ante la Justicia, Manuel Dans dijo no recordar nada de su errática actuación.
La familia de Darío confiaba en la Justicia, pero el Poder Judicial, con sede en Dolores, no respondió como esperaban: la investigación no avanzó, desaparecieron pruebas, no se realizaron pericias necesarias, hubo testigos que no dijeron tanto como sabían y abogados que se hicieron pasar por fiscales. En la causa ya declararon más de 100 personas, pero no hay respuestas. 
Por su parte, el poder político costero apenas se involucró en el pedido de justicia. El 9 de julio de 2003, cuando una manifestación que reclamaba el esclarecimiento del caso llegó al acto oficial por el Día de la Independencia, el entonces Intendente Guillermo Magadán (UCR) prometió acompañar el reclamo y habló de “otra persona muerta en una localidad vecina”. Nunca aclaró a qué se refería ni fue citado a declarar para que lo explicara. Por ahora, nadie ha hablado oficialmente de una muerte.

Reclamar justicia
Al principio, la espera silenciosa fue una decisión de la propia familia. “Me aconsejaron que no era conveniente salir a los medios” y “yo también dentro de mi personalidad siempre fui de decir 'vamos a dejar hacer a quien sabe´... Pero eso fue al principio”, contó la esposa de Jerez en una entrevista publicada en el costero diario Pionero.  Poco tiempo después de cumplirse un año de la desaparición de su marido, Viviana Zubiaurre encaró la organización de las marchas del silencio, con la consigna ¿Donde está Darío?. Con las movilizaciones, la investigación empezó a avanzar. Desde hace nueve meses esas marchas se realizan todos los jueves, sin excepción. Y este verano las movilizaciones cobraron notoriedad al encontrarse con el turismo de temporada [por el verano de 2003-2004].   El recorrido siempre incluye a la dependencia policial de Santa Teresita, donde se entona el himno nacional y se consulta sobre el avance de las investigaciones. Han cambiado los comisarios, pero la respuesta sigue siendo la misma: sin novedades. “Voy a molestar lo suficiente y a ser lo suficientemente persistente para que se haga Justicia”, enfatiza Viviana.
En alguna ocasión, residentes de Santa Teresita sugirieron que –para “no espantar” a los turistas– convenía suspender el reclamo durante el verano, como quien esconde sus problemas debajo de la alfombra. Pero las marchas siguieron. Los visitantes recibieron con sorpresa la noticia de que cosas así pudieran suceder en un pueblo tan tranquilo. Se interesaron. Preguntaron quién es Darío. Y ahora contarán en sus lugares de origen que en La Costa hay un pueblo que necesita verdad y justicia.
En septiembre del año pasado, Viviana recibió el apoyo de Rosa Schonfeld, la madre del estudiante de periodismo Miguel Bru, asesinado y desaparecido en 1993. "Cuando conocí a Viviana, honestamente, me ví a mí diez años atrás", confesó la madre platense.

Los tres golpes
Con las marchas de silencio, los vecinos reclaman justicia para el caso Jerez y exigen, también, el esclarecimiento de otros casos no resueltos: el misterioso asesinato de Norberto Iasilio, el sereno de un balneario, ocurrido el 7 de marzo de 2000; y el estallido de una bomba en la Iglesia de Santa Teresita, el 20 febrero del mismo año.
Hay quienes piensan que los tres “casos no resueltos” podrían estar vinculados a los poderosos intereses del tráfico de drogas en la región. La esposa de Jerez contó a La Pulseada que en La Costa “se mueven intereses muy pesados. Aunque todos querramos vivir en una caja de zapatos o no ver lo que pasa alrededor, acá la droga está y está pegando fuerte. Algo creo que por ahí tiene que ser..., porque sino no hay nada tan poderoso como para que pueda tapar tanto tiempo algo”.
Más allá de eso, un hilo de continuidad une los tres casos: la impunidad, la falta de respuestas, y el silencio temeroso de quienes saben algo.  “La impunidad es increíble acá. Vos ves personas que se la van de grandes señores y tienen un currículum detrás que es tenebroso. En la Justicia de Dolores, no sé por qué motivo, todo tiene un tiempo eterno de resolución (...) Pensemos que es porque está sobrepasada en cosas, y no porque re acomodan sus cosas para que cuando llegue el peso de la ley, no haya nada”.  La falta de justicia es, además, lo que une a esos tres casos con historias previas, como la de la dictadura que azotó al país hace un cuarto de siglo.

Silencios y preguntas
A fines de octubre pasado se estrenó el documental “Playas del Silencio. Historias de aparecidos”, surgido de la idea de dos estudiantes del Partido de La Costa, y realizado por equipos de la Facultad de Periodismo de la UNLP. El documental repasa los atrocidades del Estado terrorista desde una óptica inédita: torturas, muertes y desapariciones, son reflejadas a partir de las “apariciones” de cuerpos sin vida en las playas costeras.
Durante los tres primeros años de la dictadura fueron recogidos en las costas , de lo que entonces era General Lavalle , casi medio centenar de cuerpos sin vida, que serían producto de los llamados “vuelos de la muerte”.  De los cadáveres aparecidos en los veranos de 1976, 1977 y 1978, unos 33 fueron encontrados en la zona de Santa Teresita, y enterrados en fosas comunes. Esos cuerpos NN aún permanecen allí, ignorados durante 20 años de democracia
Luego de la aparición de aquellos cuerpos en las playas, de la que fueron testigos varios vecinos, sobrevino el silencio. Recién un cuarto siglo más tarde la historia empieza a contarse. Pero Santa Teresita esconde ahora otros misterios, misterios de la democracia. Aunque esta vez los vecinos, con sus marchas de silencio –ese otro silencio, el que clama por verdad y justicia–, exigen respuestas. ¿Por qué desapareció Darío? ¿Qué sabía? ¿Qué vio y no pudo contar? ¿Quién asesino a Norberto Iasillo? ¿Por qué estalló una bomba en la Iglesia? Y, sobre todo, ¿quiénes están detrás de estos casos? ¿qué poderes son capaces de mantener semejante impunidad?
Hoy La Costa mantiene un silencio que no es de serenidad sino de preocupación.  Santa Teresita quiere recuperar la paz, pero sabe que sólo es posible con verdad y justicia.


Viviana Zubiaurre, la esposa del desaparecido
“Estamos sembrando conciencia”

Viviana es maestra jardinera. El 25 de octubre su vida cambió del día a la noche. Conoció la comisaría del pueblo en que nació, y la burocracia judicial. Aprendió a tener paciencia. Y se topó con individualismos y silencios temerosos que reconoce en su propio pasado. Ahora hace una autocrítica y trata de transmitirle a la gente los valores que ella aprendió de golpe. “Se puede aprenderlos a través de la solidaridad, y no del dolor. Con el dolor vas a aprender igual, pero podés evitarlo. Sé solidario, fijáte qué es lo que pasa, cómo puede ser que una sociedad esté tranquila como diciendo ´nosotros no somos responsables de que Darío desapareció´. Por supuesto que no los voy a culpar, porque la gente no tiene nada que ver. Pero somos culpables, todos, en el sentido de acatar todo, de bajar la cabeza y resignarnos. No es así. Ya hubo muchos años de eso, en la época de los militares, cuando nos vendieron que todos los desaparecidos eran malos. Y nosotros como unos tontos lo creíamos”. Y por eso ahora, -reconoce Viviana-, la historia se repite con los desaparecidos de la democracia. Como su marido.
- ¿Cómo es Darío?
- Es una persona común, trabajadora, como cualquiera. Lo conozco hace 25 años y siempre dije que Darío es una persona especial por buena gente, por ser solidario, por ser comprometido con los demás, por ser honesto por sobre todas las cosas, por brindarse al prójimo. Darío trabaja para un club de fútbol y muchas veces ha llevado cosas de mi casa para hacerles el chocolate a los chiquitos; muchas veces ha sacado dinero de su bolsillo para darles una merienda, o hacerles algo distinto. Darío jamás se peleó con alguien. No tiene enemigos. Por eso es misterioso, porque se ha tratado de investigar absolutamente todo sobre su vida, y no hay nada, nada, fuera de lugar.
- ¿Por qué creen que desapareció?
- Creo que Darío algo vio, algo sabía... Proponerle algo a él... no creo que le hubiesen propuesto porque conocen cómo es Darío. (...) A veces pienso que si él me hubiese dicho algo, yo podría ayudarlo... Y un amigo de él me dijo “por ahí él no te lo dijo, porque evidentemente si vos sabías algo ya no estabas ni para ayudarlo”. Y a ese nivel creo que es esto. A un nivel sumamente pesado, porque sino ¡esto no puede ser! ¿cómo una persona desaparece de la faz de la tierra? Acá hay algo que se hizo inteligentemente. Esto fue bien pensado. Porque yo llegué a todo lo que yo podía: llegué al Ministro de Justicia y Seguridad de la Provincia, llegué al Ministro del Interior... y esto tuvo después, acá en la sociedad, un silencio... Nadie me llamó más, ni de las autoridades ni nadie.
- ¿Ese silencio es por temor o por complicidad?
- Creo que es por temor. Si bien deber haber cómplices, no es la sociedad entera cómplice. Sí creo que acá mucha gente no levanta su cabeza por temor. Yo a veces pienso ¿cómo uno puede vivir con el miedo? Es por eso que nos pasan las cosas que nos pasan (...) A veces me rebela que la gente no sienta la desaparición de Darío como yo...  Pero antes de decir una palabra me acuerdo de que antes de que a mí me pasara, yo era igual. ¡Era igual!. Vivía nada más que en mis cosas. Cuando te pasan las cosas es cuando vos aprendés lo que es la solidaridad
- ¿Qué sentís cuando participás de cada marcha de silencio?
- Me angustia y me fortalece, ver que después de dos años estamos parados pidiendo justicia. Y de una forma ordenada, porque también a mí me dicen que para que los medios nacionales se acuerden de nosotros tengo que quemar o romper algo. Y entonces yo les digo que no: porque los medios nacionales tienen que venir por Darío desaparecido y no por una loca que incendió algo. Nos va a costar más tiempo, pero acá en esta zona estamos sembrando conciencia... Han pasado cosas realmente jorobadas acá y nadie dice nada. Mataron a un señor en un balneario: ahora la señora también va conmigo a las marchas. Pusieron una bomba ¡de Trotyl! en la Iglesia: ahora está la Iglesia comprometida conmigo, y salimos. Entonces lo que a mí me fortalece es el hecho de decir: yo sigo peleando. Darío se merece que yo lo busque.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Recuerdos y olvidos del BIM en la región

El próximo viernes a las 18 horas es el tercer encuentro del ciclo de reflexión y debate "Algo más que un nuevo edificio: un lugar para las memorias", que se realiza en la Facultad de Humanidades de la UNLP (48 entre 6 y 7, Aula E1).
Convocados con el título "Sitios de Memoria ¿Qué? ¿Por qué? ¿Para qué?", participarán cinco que tienen mucho para decir: Héctor Schmucler, Ludmila da Silva Catela, Lila Pastoriza, Gonzalo Conte y Sandra Raggio. 
Aprovecho la invitación para compartir mi propia intervención en el panel inicial de ese ciclo, titulado "Recuerdos y olvidos del BIM en la región", del que también participaron Aníbal Viguera, Daniel Fabián y Matías Manuele.


26 de agosto de 2011.
Intervención de Daniel Badenes

Hace cuatro años, cuando ya estaba en danza el desembarco de la Universidad en el predio, escribí un trabajo sobre el BIM3, en parte recopilando lo poco que se sabía públicamente -por testimonios en sede judicial- sobre el rol del BIM en la dictadura, y en parte lleno de preguntas sobre cómo debía ser ocupado ese lugar.
Tenía la certeza de que, en la adjudicación del lugar a la Universidad (y considerando que, entre otras alternativas, se había pensado en una cárcel), ya teníamos un primer triunfo. Escribía entonces: “la conversión de ese espacio utilizado por pocos y vigilado celosamente, que todavía hoy mantiene su aspecto lúgubre,  en un sitio abierto, transitado y apropiado por unos 20.000 estudiantes y docentes universitarios, da cuenta de una transformación notable”. Una resignificación muy importante, como decía Aníbal al principio. Sobre todo por lo que, particularmente en Argentina, significa cada institución:
- la institución militar representa el gesto adusto, el discurso del orden y la disciplina, el abuso de poder, la muerte, la mancha negra en el mapa.
- las universidades, en cambio, han sido y son un lugar del debate crítico, de la militancia política, ámbitos de civilidad y cierta libertad de pensamiento; espacios sin presencia religiosa y donde la policía no puede entrar fácilmente.
Escribía entonces, allá por 2007:
Desde ya, un Batallón de Infantería y una Facultad de Humanidades suponen imágenes bien diferentes. En eso la iniciativa actual, en tanto sustitución de sentidos, difícilmente fracase. Más esfuerzo requerirá, no obstante, hacer que ese territorio, re-apropiado por actores universitarios y otros grupos de la comunidad, constituya un lugar de memoria. ¿Cómo recordar que allí hubo un centro clandestino? ¿Cómo evocar a quienes convivieron antes allí: víctimas, torturadores, colimbas, vecinos? ¿De qué modo rememorar, a través de un caso, todo lo demás? ¿Cómo, quiénes, para qué? Mil preguntas rondan el proyecto de instituir un “espacio de la memoria” en “51 y 122”.   El primer paso, sí, es hacer que el ex BIM ya no sea un sitio militar. Pero una vez dado, los muchos siguientes deberán cuidar que nadie olvide que lo fue.

En la división de roles de esta mesa me toca comentar brevemente qué fue el BIM3, algo sobre lo que tenemos cierto conocimiento, pero también la perspectiva de conocer mucho más a partir del trabajo del “Programa de Reconstrucción de la Memoria…” que creó esta Facultad, a partir del diálogo con el barrio, con ex colimbas, con sobrevivientes -un trabajo incipiente en el que esperamos que muchos de ustedes se sumen y se involucren.
Quizá por no haber pertenecido al “Circuito Camps”, el B.I.M. 3 no está entre los espacios de la represión más “reconocidos” o visibilizados de la región.
La indagación judicial sobre su rol en la dictadura avanzó bastante recién desde el año pasado, a partir de una causa penal, que incluye otros CCD de la Armada que funcionaron en la zona, que tiene imputados y que se tramita en el juzgado de Corazza[1].

Pienso que se torna relevante y significativo indagar cuál fue el rol del BIM en la dictadura por varias razones (y no porque ahí se mudarán un par de facultades). Una es conocer el rol que cumplió en esta región la Marina, la fuerza que tuvo primero a su cargo tanto las intendencias en la dictadura, como así también el Rectorado de la universidad. Como contaba Daniel Fabián, la institución tuvo una gran influencia en la zona. Y tenía una preeminencia: hubo en la región 10 sedes o dependencias de la Marina, frente a unas 5 del Ejército. En la dictadura, por otra parte, las autoridades navales tuvieron también una participación relevante en la intervención de sindicatos.
La otra razón es la ubicación del predio; dado que la intersección de las avenidas 51 y 122 es casi “la triple frontera”, el punto de encuentro de La Plata con los distritos que obtuvieron su autonomía en 1957, Ensenada y Berisso. Jurisdiccionalmente, el terreno está ubicado en Ensenada, y está a un kilómetro del límite entre ambas ciudades.

El BIM no fue un hito menor en el espacio urbano. Así, por ejemplo, el 14 de febrero de 1975 la organización Montoneros eligió al BIM como blanco de una de sus acciones contra “concentraciones de las Fuerzas Represivas enemigas”[2].
El primer día de la dictadura, el BIM3 estuvo a cargo de cortar la 122 durante la “pinza” que se hizo en la entrada de La Plata. Un día en que se secuestraron decenas de trabajadores de la región. Y a partir de entonces hay que tener en cuenta los operativos diarios de instituciones de la Marina y Prefectura que contaba antes Daniel Fabián.
No vamos a abundar -aquí y ahora- en nombres y detalles, pero varios testimonios en sede judicial dan cuenta de personas que estuvieron secuestradas en las instalaciones del BIM3 (ya en CONADEP, en los juicios por la verdad, en el juicio oral por la Unidad 9).  Incluso, en abril de 2003, una ex policía declaró ante la Cámara Federal haber sido enviada a la Comisaría del Dique a buscar un bebé “que entregó el B.I.M. 3”; de lo que se desprende que pudieron haber ocurrido ahí partos clandestinos.
Está claro que buena parte de las víctimas que pasaron por el BIM3 eran de Berisso y Ensenada, trabajadores de Swift, de Astilleros, etcétera.
También hay que decir que el BIM fue uno de los sitios donde se reclutaban jóvenes para hacer el Servicio Militar Obligatorio, otra referencia fundamental en los imaginarios sobre la disciplina militar y el abuso de autoridad –antes, durante y después de la dictadura- (aunque no eran muchos los platenses que hacían la colimba en el BIM).

Lamentablemente en la posdictadura, el lugar no fue resguardado como prueba judicial, y llegamos a él, ahora, cuando es tierra arrasada. Literalmente: fueron derribadas todas las instalaciones que había en el lugar, la tierra está removida, apenas quedan las garitas abandonadas… Fue muy simbólico encontrar, en nuestra primera inspección ocultar al predio, un disco de vinilo con el título “Dios del olvido”, que pueden ver en la muestra fotográfica que acompaña este ciclo.
En diciembre de 2000 el Estado se desprendió de la propiedad del terreno, que fue comprado por un holding que tenía la idea de instalar un Jumbo (un hipermercado), además de varios cines, un centro comercial y un “patio de comidas”.
La crónica de esos años da cuenta de un espacio disputado, más allá de los intervalos entre cada proyecto. Ese primero refleja el impacto de las políticas privatistas/ mercantilizadoras sobre la organización territorial: tenemos al Estado entregando un gran terreno, lindante al principal parque de la región, a un grupo privado sin mediar siquiera un proyecto.
El proyecto del hipermercado fue resistido por los comerciantes locales, generó una disputa entre La Plata y Ensenada, y finalmente se frustró cuando la Provincia evaluó negativamente el impacto ambiental. En ese contexto no tuvo demasiada repercusión la oposición que también habían planteado organismos de derechos humanos en función del pasado del lugar [3]. Una vez frustrado ese proyecto, en 2004 se propuso la instalación de una alcaidía de alojamiento de presos y varias dependencias policiales. La idea no prosperó, esta vez por objeción del Municipio de Ensenada
Y finalmente, en 2006 la Universidad de La Plata manifestó su intención de utilizar el predio, y al mismo tiempo, la flamante Dirección de Derechos Humanos de Ensenada a cargo de Daniel Fabián propuso constituir también en ese lugar una “Casa de la Memoria”[4].
Cinco años después estamos ante la necesidad de pensar ese desafío. De pensar el BIM como un espacio para las memorias, para políticas de memoria como decía Aníbal.

Hacer del predio un lugar de memoria no es poner una placa por los desaparecidos de la Universidad,  ni conservar las garitas como están, sin más, como si las garitas hablaran por sí mismas.
¿Qué dice, una garita, a un pibe nacido a mediados de los 90?
Tenemos que pensar muchas cosas.
¿Qué puede decir hoy un muro hostil a un vecino del Dique? ¿le hablará del pasado militar, o de sus posibilidades de acceder a la Universidad?
Hay que construir un relato. Hay que recuperar memorias, hay que pensar la historia… En eso corremos con una ventaja: la Facultad de Humanidades sabe, tiene experiencia, tiene una trayectoria.  No se acerca al tema por una moda o porque se lo impone el lugar.
Pero el lugar, ahora, es un buen impulso. Y una excusa para ir más allá. Una oportunidad para volver a pensar La Plata como una región. Para volver a actuar en esa región que la autoproclamada Revolución Libertadora desmembró. Para recuperar la historia de una ciudad que se pensó hacia el río, las historias de una capital que además de universidad creció con frigoríficos, con un astillero gigante, con la petroquímica más grande de América Latina.
Podremos (y debemos, sí) decir que el decano de la facultad en la recuperación democrática estuvo secuestrado en este lugar. Pero tenemos que reconstruir, sobre todo, esas historias de sectores populares que no tuvieron recursos de habeas corpus, ni contactos en el exterior, ni tiempo más allá del trabajo para denunciar la tremenda represión.

A propósito del título de este panel, justamente estos días pensaba cuáles son los olvidos de esta región, y creo que son precisamente esos. En la historia escrita y publicada sobre La Plata, salvo contadísimas excepciones, Berisso y Ensenada nunca existieron, tampoco los diez años de peronismo, el astillero, las luchas sindicales, o incluso más en general: los obreros. La Plata siempre y exclusivamente fue “ciudad universitaria” y “capital de cultura”.
Y es con ese signo que está avanzando la desmilitarización del espacio urbano.
Pienso tan solo en el eje monumental, la traza de la 52.  Decía recién: la ciudad se pensó mirando al río… 1 y 52 era la puerta de entrada imaginada para la ciudad y el eje de las avenidas arboladas contuvo las definiciones monumentales. No sólo los palacios cívicos, la Legislatura, la Municipalidad. Si uno mira esos hitos urbanos durante la mayor parte del siglo XX, el relato empieza en la manzana de la Policía y termina en el Regimiento 7. O mejor dicho, incluyendo 122: en un extremo del eje está el BIM 3 y en el otro, el Regimiento 7. La marina y el ejército.
En ese sentido hoy podemos decir que el tiempo ha cambiado: ese mismo recorrido estará –pronto- teniendo en sus extremos un centro cultural municipal y a la universidad pública. La pregunta entonces es –ahora que podemos influir en sus definiciones- cómo llenamos esos espacios. Si levantaremos edificios y muros sobre el mito de la ciudad ilustrada, de la ciudad sin pueblo, o miraremos ese mundo que los milicos del BIM3 sabían claramente que tenían alrededor, pero (obviamente) lo miramos con otros ojos, con otra voluntad, con la oportunidad histórica de que “la tortilla se vuelva”.
Pensaba entonces: que la memoria de la Universidad de La Plata no sea la memoria de los universitarios de La Plata podría ser nuestro primer compromiso, nuestro segundo triunfo en esta construcción.
Se trata, en fin, de construir esa memoria crítica y esa memoria política de la que hablaba Aníbal al principio, que personalmente celebro, como celebro la apertura de este debate y este espacio de trabajo.



[1] Causa 35/SE del Juzgado Federal N°3 de La Plata (Escuela Naval Río Santiago)
[2] “…en cumplimiento con el hostigamiento a las Concentraciones de las Fuerzas Represivas enemigas, el pelotón de combate Teniente Coronel Oscar Lorenzo Cogorno, de la Organización Montoneros, procedió a bombardear el B.I.M., Batallón de Infantería de Marina, sito en calles 122 y 51. Perón o Muerte. Viva la Patria. Hasta la Victoria Mi General”, dice el comunicado firmado por Montoneros en la “Ciudad Eva Perón”.
[3] En forma simultánea a la discusión de los efectos ambientales y comerciales, en julio de 2001 la agrupación HIJOS-La Plata y la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos presentaron ante la Cámara Federal un recurso de no innovar sobre el predio. Aparecía, acaso por primera vez en la escena pública local, la condición del terreno como ex centro clandestino de detención y torturas. Un comunicado de HIJOS señaló que su uso comercial significaría “destruir, excavar y tapar con un edificio la posibilidad de buscar la existencia de restos que nos permitan construir nuestra historia”, porque “este lugar contiene pruebas y, con ellas, la posibilidad de condenar responsables
[4] Ese mismo año, en la semana del 30º aniversario del último golpe militar, una Coordinadora Juvenil que reunía centralmente agrupaciones estudiantiles de origen peronista, convocó a una marcha de antorchas desde la Plaza San Martín hasta el B.I.M. 3, y juntó firmas “a favor de la expropiación” para que se hiciera un Museo de la Memoria “como el de la ESMA”.

miércoles, 12 de octubre de 2011

De regreso a octubre Pilagá

Imagen de Chempes
El primer peronismo tuvo muchos octubres. Tuvo el 17, ese octubre mítico, plebeyo y fundacional, pero tuvo también octubres tristes, oscuros, trágicos. Fue precisamente ese mes, en 1947, cuando la Gendarmería protagonizó la masacre de indígenas más grande del siglo XX. En el paraje de Rincón Bomba, en el entonces territorio nacional de Formosa, la comunidad Pilagá sufrió una cruda represión cruda que produjo entre 400 y 800 muertos y desaparecidos, incluidos niños. “Octubre Pilagá” se llama el documental que narra la historia de ese pueblo diezmado por el trabajo esclavo, la pobreza y las balas públicas.
En un tiempo en que mucho se discute acerca de cuán peronista es el kirchnerismo, la muerte en los pueblos originarios formoseños resulta una lamentable continuidad.
Admito que aquel debate me interesa a medias; que me convoca sólo en la medida que incluya miradas capaces de ver matices, procesos y correlaciones de fuerza, y no cuando arriba a la respuesta escueta de la izquierda de manual, que afirma una total equivalencia entre peronismo y kirchnerismo porque simplemente define a ambos como formas del bonapartismo. Cuando el ejercicio intelectual de pensar la política se reduce a la colocación de etiquetas se vuelve insípido, aburrido, inútil.
¿Qué decir sobre la cuestión? Por un lado, el kirchnerismo, en su tiempo histórico, ha producido menos alteraciones en la estructura económico-social que el peronismo clásico. Por otro, su política cultural (universitaria, mediática) ha sido mucho más abierta, amplia y luminosa (y digámoslo también, clasemediera), lo que se expresa en el apoyo o la simpatía de un grupo importante de artistas e intelectuales -que antes habían resistido al menemato. Hoy ninguna escuela obliga a escribir “Cristina me ama”, la re-regulación del espacio mediático tiene un signo antiautoritario, y el nacionalismo ultracatólico está lejos de las universidades públicas. En eso, el kirchnerismo es superador del peronismo, y la política cultural tiene rasgos elogiables.
De algún modo, en la renovación que promueve en el plano simbólico, el proceso político actual ha sido receptivo de actores y demandas planteadas por movimientos sociales organizados y legitimados en los ´80  y ´90: el movimiento de derechos humanos, los jóvenes, la diversidad de identidades de género. Pero no ocurre lo mismo con los pueblos originarios (más allá de conquistas puntuales, como la inclusión en la ley de servicios de comunicación audiovisual, la consideración del último censo y algunas políticas focalizadas) cuya lucha no sólo es por la identidad sino también por la tierra y la autogestión de derechos. Las demandas que articulan los mapuches en la Patagonia, los q´om en Formosa y Chaco, los guaraníes en Misiones o los quechuas y aymarás en el Norte chocan indefectiblemente con los poderes locales que sostienen al kirchnerismo en el interior y también con las bases del actual crecimiento económico.
Así, la brutal represión de la policía formoseña y la Gendarmería nacional a la comunidad q´om de La Primavera, ocurrida el año pasado, reactualiza el punto más oscuro del peronismo. La muerte evitable, el crimen de Estado, la impunidad y los silencios revelan en carne viva la contradicción más honda del gobierno nacional.
Pues con su efectiva contribución al proceso de re-politización de la sociedad (sabemos, sí, que no empieza con Kirchner ni lo tiene como único determinante), la tendencia a des-judicializar la protesta, la centralidad de los derechos humanos en la agenda, e incluso un atisbo de disputa con las grandes corporaciones rurales, que puso en debate público la cuestión de la tierra, el peronismo del siglo XXI creó condiciones para que las demandas de los pueblos originarios cobraran un nuevo impulso, organización y visibilidad. Pero en su pacto inmutable con personajes como Gildo Insfrán y su dependencia de proyectos económicos que avanzan a costa de la expulsión de poblaciones y un tremendo deterioro ambiental, asegura una respuesta negativa.
Marx se equivocaba: hay tragedias en la historia que siguen repitiéndose como tragedias. Las noticias de muerte en el Noroeste argentino que unen los ´40 con nuestros días tienen ese sabor, y nos plantean el desafío de correr los límites de lo posible todavía mucho más allá. De lo posible –aclaremos- no en materia represiva y de acumulación capitalista, sino en el sentido que comúnmente se ha consagrado a los octubres: la inclusión, la ampliación de derechos, la transformación social.

Escrito para la revista La Grieta Digital/ pensando en voz alta,
N° 1 "De regreso a octubre"

De regreso a Oktubre, por Fabiana di Luca
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