miércoles, 19 de octubre de 2011

Recuerdos y olvidos del BIM en la región

El próximo viernes a las 18 horas es el tercer encuentro del ciclo de reflexión y debate "Algo más que un nuevo edificio: un lugar para las memorias", que se realiza en la Facultad de Humanidades de la UNLP (48 entre 6 y 7, Aula E1).
Convocados con el título "Sitios de Memoria ¿Qué? ¿Por qué? ¿Para qué?", participarán cinco que tienen mucho para decir: Héctor Schmucler, Ludmila da Silva Catela, Lila Pastoriza, Gonzalo Conte y Sandra Raggio. 
Aprovecho la invitación para compartir mi propia intervención en el panel inicial de ese ciclo, titulado "Recuerdos y olvidos del BIM en la región", del que también participaron Aníbal Viguera, Daniel Fabián y Matías Manuele.


26 de agosto de 2011.
Intervención de Daniel Badenes

Hace cuatro años, cuando ya estaba en danza el desembarco de la Universidad en el predio, escribí un trabajo sobre el BIM3, en parte recopilando lo poco que se sabía públicamente -por testimonios en sede judicial- sobre el rol del BIM en la dictadura, y en parte lleno de preguntas sobre cómo debía ser ocupado ese lugar.
Tenía la certeza de que, en la adjudicación del lugar a la Universidad (y considerando que, entre otras alternativas, se había pensado en una cárcel), ya teníamos un primer triunfo. Escribía entonces: “la conversión de ese espacio utilizado por pocos y vigilado celosamente, que todavía hoy mantiene su aspecto lúgubre,  en un sitio abierto, transitado y apropiado por unos 20.000 estudiantes y docentes universitarios, da cuenta de una transformación notable”. Una resignificación muy importante, como decía Aníbal al principio. Sobre todo por lo que, particularmente en Argentina, significa cada institución:
- la institución militar representa el gesto adusto, el discurso del orden y la disciplina, el abuso de poder, la muerte, la mancha negra en el mapa.
- las universidades, en cambio, han sido y son un lugar del debate crítico, de la militancia política, ámbitos de civilidad y cierta libertad de pensamiento; espacios sin presencia religiosa y donde la policía no puede entrar fácilmente.
Escribía entonces, allá por 2007:
Desde ya, un Batallón de Infantería y una Facultad de Humanidades suponen imágenes bien diferentes. En eso la iniciativa actual, en tanto sustitución de sentidos, difícilmente fracase. Más esfuerzo requerirá, no obstante, hacer que ese territorio, re-apropiado por actores universitarios y otros grupos de la comunidad, constituya un lugar de memoria. ¿Cómo recordar que allí hubo un centro clandestino? ¿Cómo evocar a quienes convivieron antes allí: víctimas, torturadores, colimbas, vecinos? ¿De qué modo rememorar, a través de un caso, todo lo demás? ¿Cómo, quiénes, para qué? Mil preguntas rondan el proyecto de instituir un “espacio de la memoria” en “51 y 122”.   El primer paso, sí, es hacer que el ex BIM ya no sea un sitio militar. Pero una vez dado, los muchos siguientes deberán cuidar que nadie olvide que lo fue.

En la división de roles de esta mesa me toca comentar brevemente qué fue el BIM3, algo sobre lo que tenemos cierto conocimiento, pero también la perspectiva de conocer mucho más a partir del trabajo del “Programa de Reconstrucción de la Memoria…” que creó esta Facultad, a partir del diálogo con el barrio, con ex colimbas, con sobrevivientes -un trabajo incipiente en el que esperamos que muchos de ustedes se sumen y se involucren.
Quizá por no haber pertenecido al “Circuito Camps”, el B.I.M. 3 no está entre los espacios de la represión más “reconocidos” o visibilizados de la región.
La indagación judicial sobre su rol en la dictadura avanzó bastante recién desde el año pasado, a partir de una causa penal, que incluye otros CCD de la Armada que funcionaron en la zona, que tiene imputados y que se tramita en el juzgado de Corazza[1].

Pienso que se torna relevante y significativo indagar cuál fue el rol del BIM en la dictadura por varias razones (y no porque ahí se mudarán un par de facultades). Una es conocer el rol que cumplió en esta región la Marina, la fuerza que tuvo primero a su cargo tanto las intendencias en la dictadura, como así también el Rectorado de la universidad. Como contaba Daniel Fabián, la institución tuvo una gran influencia en la zona. Y tenía una preeminencia: hubo en la región 10 sedes o dependencias de la Marina, frente a unas 5 del Ejército. En la dictadura, por otra parte, las autoridades navales tuvieron también una participación relevante en la intervención de sindicatos.
La otra razón es la ubicación del predio; dado que la intersección de las avenidas 51 y 122 es casi “la triple frontera”, el punto de encuentro de La Plata con los distritos que obtuvieron su autonomía en 1957, Ensenada y Berisso. Jurisdiccionalmente, el terreno está ubicado en Ensenada, y está a un kilómetro del límite entre ambas ciudades.

El BIM no fue un hito menor en el espacio urbano. Así, por ejemplo, el 14 de febrero de 1975 la organización Montoneros eligió al BIM como blanco de una de sus acciones contra “concentraciones de las Fuerzas Represivas enemigas”[2].
El primer día de la dictadura, el BIM3 estuvo a cargo de cortar la 122 durante la “pinza” que se hizo en la entrada de La Plata. Un día en que se secuestraron decenas de trabajadores de la región. Y a partir de entonces hay que tener en cuenta los operativos diarios de instituciones de la Marina y Prefectura que contaba antes Daniel Fabián.
No vamos a abundar -aquí y ahora- en nombres y detalles, pero varios testimonios en sede judicial dan cuenta de personas que estuvieron secuestradas en las instalaciones del BIM3 (ya en CONADEP, en los juicios por la verdad, en el juicio oral por la Unidad 9).  Incluso, en abril de 2003, una ex policía declaró ante la Cámara Federal haber sido enviada a la Comisaría del Dique a buscar un bebé “que entregó el B.I.M. 3”; de lo que se desprende que pudieron haber ocurrido ahí partos clandestinos.
Está claro que buena parte de las víctimas que pasaron por el BIM3 eran de Berisso y Ensenada, trabajadores de Swift, de Astilleros, etcétera.
También hay que decir que el BIM fue uno de los sitios donde se reclutaban jóvenes para hacer el Servicio Militar Obligatorio, otra referencia fundamental en los imaginarios sobre la disciplina militar y el abuso de autoridad –antes, durante y después de la dictadura- (aunque no eran muchos los platenses que hacían la colimba en el BIM).

Lamentablemente en la posdictadura, el lugar no fue resguardado como prueba judicial, y llegamos a él, ahora, cuando es tierra arrasada. Literalmente: fueron derribadas todas las instalaciones que había en el lugar, la tierra está removida, apenas quedan las garitas abandonadas… Fue muy simbólico encontrar, en nuestra primera inspección ocultar al predio, un disco de vinilo con el título “Dios del olvido”, que pueden ver en la muestra fotográfica que acompaña este ciclo.
En diciembre de 2000 el Estado se desprendió de la propiedad del terreno, que fue comprado por un holding que tenía la idea de instalar un Jumbo (un hipermercado), además de varios cines, un centro comercial y un “patio de comidas”.
La crónica de esos años da cuenta de un espacio disputado, más allá de los intervalos entre cada proyecto. Ese primero refleja el impacto de las políticas privatistas/ mercantilizadoras sobre la organización territorial: tenemos al Estado entregando un gran terreno, lindante al principal parque de la región, a un grupo privado sin mediar siquiera un proyecto.
El proyecto del hipermercado fue resistido por los comerciantes locales, generó una disputa entre La Plata y Ensenada, y finalmente se frustró cuando la Provincia evaluó negativamente el impacto ambiental. En ese contexto no tuvo demasiada repercusión la oposición que también habían planteado organismos de derechos humanos en función del pasado del lugar [3]. Una vez frustrado ese proyecto, en 2004 se propuso la instalación de una alcaidía de alojamiento de presos y varias dependencias policiales. La idea no prosperó, esta vez por objeción del Municipio de Ensenada
Y finalmente, en 2006 la Universidad de La Plata manifestó su intención de utilizar el predio, y al mismo tiempo, la flamante Dirección de Derechos Humanos de Ensenada a cargo de Daniel Fabián propuso constituir también en ese lugar una “Casa de la Memoria”[4].
Cinco años después estamos ante la necesidad de pensar ese desafío. De pensar el BIM como un espacio para las memorias, para políticas de memoria como decía Aníbal.

Hacer del predio un lugar de memoria no es poner una placa por los desaparecidos de la Universidad,  ni conservar las garitas como están, sin más, como si las garitas hablaran por sí mismas.
¿Qué dice, una garita, a un pibe nacido a mediados de los 90?
Tenemos que pensar muchas cosas.
¿Qué puede decir hoy un muro hostil a un vecino del Dique? ¿le hablará del pasado militar, o de sus posibilidades de acceder a la Universidad?
Hay que construir un relato. Hay que recuperar memorias, hay que pensar la historia… En eso corremos con una ventaja: la Facultad de Humanidades sabe, tiene experiencia, tiene una trayectoria.  No se acerca al tema por una moda o porque se lo impone el lugar.
Pero el lugar, ahora, es un buen impulso. Y una excusa para ir más allá. Una oportunidad para volver a pensar La Plata como una región. Para volver a actuar en esa región que la autoproclamada Revolución Libertadora desmembró. Para recuperar la historia de una ciudad que se pensó hacia el río, las historias de una capital que además de universidad creció con frigoríficos, con un astillero gigante, con la petroquímica más grande de América Latina.
Podremos (y debemos, sí) decir que el decano de la facultad en la recuperación democrática estuvo secuestrado en este lugar. Pero tenemos que reconstruir, sobre todo, esas historias de sectores populares que no tuvieron recursos de habeas corpus, ni contactos en el exterior, ni tiempo más allá del trabajo para denunciar la tremenda represión.

A propósito del título de este panel, justamente estos días pensaba cuáles son los olvidos de esta región, y creo que son precisamente esos. En la historia escrita y publicada sobre La Plata, salvo contadísimas excepciones, Berisso y Ensenada nunca existieron, tampoco los diez años de peronismo, el astillero, las luchas sindicales, o incluso más en general: los obreros. La Plata siempre y exclusivamente fue “ciudad universitaria” y “capital de cultura”.
Y es con ese signo que está avanzando la desmilitarización del espacio urbano.
Pienso tan solo en el eje monumental, la traza de la 52.  Decía recién: la ciudad se pensó mirando al río… 1 y 52 era la puerta de entrada imaginada para la ciudad y el eje de las avenidas arboladas contuvo las definiciones monumentales. No sólo los palacios cívicos, la Legislatura, la Municipalidad. Si uno mira esos hitos urbanos durante la mayor parte del siglo XX, el relato empieza en la manzana de la Policía y termina en el Regimiento 7. O mejor dicho, incluyendo 122: en un extremo del eje está el BIM 3 y en el otro, el Regimiento 7. La marina y el ejército.
En ese sentido hoy podemos decir que el tiempo ha cambiado: ese mismo recorrido estará –pronto- teniendo en sus extremos un centro cultural municipal y a la universidad pública. La pregunta entonces es –ahora que podemos influir en sus definiciones- cómo llenamos esos espacios. Si levantaremos edificios y muros sobre el mito de la ciudad ilustrada, de la ciudad sin pueblo, o miraremos ese mundo que los milicos del BIM3 sabían claramente que tenían alrededor, pero (obviamente) lo miramos con otros ojos, con otra voluntad, con la oportunidad histórica de que “la tortilla se vuelva”.
Pensaba entonces: que la memoria de la Universidad de La Plata no sea la memoria de los universitarios de La Plata podría ser nuestro primer compromiso, nuestro segundo triunfo en esta construcción.
Se trata, en fin, de construir esa memoria crítica y esa memoria política de la que hablaba Aníbal al principio, que personalmente celebro, como celebro la apertura de este debate y este espacio de trabajo.



[1] Causa 35/SE del Juzgado Federal N°3 de La Plata (Escuela Naval Río Santiago)
[2] “…en cumplimiento con el hostigamiento a las Concentraciones de las Fuerzas Represivas enemigas, el pelotón de combate Teniente Coronel Oscar Lorenzo Cogorno, de la Organización Montoneros, procedió a bombardear el B.I.M., Batallón de Infantería de Marina, sito en calles 122 y 51. Perón o Muerte. Viva la Patria. Hasta la Victoria Mi General”, dice el comunicado firmado por Montoneros en la “Ciudad Eva Perón”.
[3] En forma simultánea a la discusión de los efectos ambientales y comerciales, en julio de 2001 la agrupación HIJOS-La Plata y la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos presentaron ante la Cámara Federal un recurso de no innovar sobre el predio. Aparecía, acaso por primera vez en la escena pública local, la condición del terreno como ex centro clandestino de detención y torturas. Un comunicado de HIJOS señaló que su uso comercial significaría “destruir, excavar y tapar con un edificio la posibilidad de buscar la existencia de restos que nos permitan construir nuestra historia”, porque “este lugar contiene pruebas y, con ellas, la posibilidad de condenar responsables
[4] Ese mismo año, en la semana del 30º aniversario del último golpe militar, una Coordinadora Juvenil que reunía centralmente agrupaciones estudiantiles de origen peronista, convocó a una marcha de antorchas desde la Plaza San Martín hasta el B.I.M. 3, y juntó firmas “a favor de la expropiación” para que se hiciera un Museo de la Memoria “como el de la ESMA”.

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