viernes, 23 de diciembre de 2011

Una ley de terror

Me acordé de Políticas del terror a propósito de unas peores noticias legislativas de los últimos tiempos: la sanción de la ley antiterrorista en Argentina, considerada por Horacio Verbitsky una "pésima técnica legislativa que carece de racionalidad" y calificada por Eugenio Zaffaroni como "un disparate", resultado de una extorsión a las que se supone ya no cedíamos.
Porque esta reforma al Código Penal, según intentan explicar, es un pedido del Grupo de Acción Financiera (GAFI). En rigor, lo que ese organismo de segunda exigía eran medidas más enérgicas contra el lavado de dinero (...te las debo) y contra el financiamiento del terrorismo (algo que no requería la afirmación de un tipo penal abierto tan peligroso y aprovechado, acá nomás, para reprimir el conflicto social).
Da mucha pena leer entre los votos afirmativos los nombres de Martín Sabatella, Gastón Harispe, Jorge Rivas, Eric Calcagno, Eduardo De Pedro y algún otro militante con una trayectoria más o menos valorable, que hasta hace poco sostenían el buen criterio de reconocer lo bien hecho, objetar lo cuestionable y presionar para correr un poco más allá el horizonte de lo posible. También es patético recordar que Carlos Kunkel, ferviente defensor de la actual reforma, había sido uno los ocho JP expulsados del justicialismo por negarse a endurecer el Código Penal por pedido de Perón. Esta vez, nadie se mosqueó.

En fin: una ley de terror, preocupante y repudiable. Algunas aproximaciones a qué implica la ley, en Lavaca, en Saberderecho y en el texto que presentó Eduardo Grünner entre los intelectuales vinculados al FIT. También echan luz, para mí, algunas ideas leídas en aquel libro publicado por el CIAJ hace cuatro años:
  • “La palabra terrorista no tiene semántica. La prueba es que nadie afirma formar parte del conjunto que designa. Nadie dice: ´Yo soy terrorista´. Terrorista siempre es el enemigo” (Esteban Rodríguez Alzueta)
  • “...a través del derecho penal del enemigo, el Estado, para luchar eficazmente con el enemigo, procede a imponer penas desproporcionadas y draconianas, a penalizar conductas en sí mismas inocuas o muy alejadas de ser una amenaza o peligro para un bien jurídico y, lo que todavía es más grave, a eliminar o reducir a un mínimo ciertas garantía y derechos del imputado en el proceso penal” (Eduardo Reszes)
  • "El terrorismo cobró una centralidad similar a la que tenía «el comunismo durante la Guerra Fría en los países capitalistas. Estamos ante una nueva caza de brujas, mucha más sofistifcada y más dura, pero también más sutil y más hipócrita" (Esteban Rodríguez Alzueta)
  • “...no hay ninguna necesidad de ser un especialista en derecho para que podamos captar los peligros que puede entrañar la utilización de la Ley Antiterrorista contra la ciudadanía en general, contra movimientos sociales y políticos en particular” (Julián Axat)

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