sábado, 28 de enero de 2012

La razón del paranoico

En el pensamiento dicotómico que hoy lee la política en clave de "kirchnerista / no kirchnerista", los últimos posts de este blog me han convertido en un gorilón, acaso un socio de Sarlo y compañía.
En diciembre me manifesté en contra de la ley antiterrorista, mientras escuchaba gente lúcida defenderla por la promesa de que nunca se aplicaría contra la protesta social.
Hace unos días, advertí un riesgo de las tarjetas de SUBE, que ojalá sirvan para una política redistributiva, pero también habilitan la posibilidad de una violación del derecho a la privacidad que ni siquiera estamos debatiendo.
Inaugurando la sección Yo te avisé, van dos noticias. La primera viene de Catamarca y es para los que decían que no había ningún peligro con la ley de terror. La segunda confirma el peligro de las bases de datos y ojalá nos empuje a un debate necesario y muy interesante.

martes, 24 de enero de 2012

Bienvenidos a la sociedad de control

Esta semana el gobierno anunció que a partir del 10 de febrero, los pasajeros de trenes y colectivos de por acá pagarán más caro sus boletos (es decir, sin subsidio) si no tienen la tarjeta SUBE.
Hasta ahora, tenerla o no tenerla era una opción. Yo había elegido la alternativa de juntar moneditas para pagar el bondi, porque recordaba algunos debates que se han dado –y muchas veces, perdido- en Europa y Estados Unidos a propósito de la tensión entre la informática y las libertades públicas.
Como bien relata Armand Mattelart en su libro Un mundo vigilado, la informatización de la sociedad y la posibilidad de “interconexión de ficheros” está configurando una nueva etapa del control social. Se ha hablado en estos días sobre ciertos proyectos en danza en Estados Unidos, de vigilar e intervenir sobre los IP de las conexiones web: Internet es, claramente, una gran fuente de información sobre nuestras vidas privadas. De nuestros consumos hablan las tarjetas de pago. Como decía el psicólogo social J.P. Lemasson cuando sugieron: “Las tarjetas de pago constituyen hoy en día una de las amenazas más serias para los derechos y libertades fundamentales. En la medida en que, mediante éstas, las empresas de servicios recogen, tratan y difunden siempre más informaciones sobre las personas, sus comportamientos, sus gustos…, disponen de medios muy sofisticados para incrementar el control de los particulares y aumentar así su cuota de mercado”. En el mercado de hoy esos datos se llaman informaciones transaccionales, y se pagan bien.
Las tarjetas electrónicas de transporte suman, en ese panorama, el conocimiento de nuestros recorridos. Hace ocho años, tras muchas presiones y amenazas, el gobierno estadounidense consiguió que las compañías aéreas entregaran una base de datos que incluye 34 registros: nombres completos de los pasajeros, direcciones postales y electrónicas, teléfonos, tarjetas de crédito y hasta preferencias alimentarias. El filtrado de esos datos a través de un “sistema de control preventivo asistido por ordenador” (Computer Assisted Passenger Prescreening System o CAPPS II) significó la derogación de la directiva 1995 sobre protección de datos personales y también la infracción de acuerdos de derechos humanos que prohíben la utilización con fines de seguridad de datos recogidos por razones comerciales.
Las tarjetas como SUBE, en la medida que son personales e intransferibles, dejan igualmente registro de todo: qué transporte tomamos, qué día y hora, y dónde. Con una buena combinación de datos, quizá hasta podamos vernos subiendo al micro, dada la proliferación de las cámaras de vigilancia electrónica que ya amenaza la esencia misma de las ciudades. En un post donde traté ese tema citaba un tweet del siglo XIX de Thomas Jefferson que dice: “Si estáis dispuestos a sacrificar un poco de libertad para sentiros seguros, no merecéis ni lo uno ni lo otro”. Agreguemos hoy: si estás dispuesto para ahorraros moneditas y obtener un subsidio, idem. Porque así es: ahora estamos obligados a entregar más datos de nuestras vidas a favor de una causa aparentemente noble.
La medida tiene la lógica de terminar con el “festival de los subsidios” pero, así tomada, ni siquiera lo hace en un sentido progresivo. En parte está bien, en la medida que conviene dirigir la ayuda económica al usuario y no a la empresa concesionaria. Pero la SUBE no es una tarjeta entregada sólo a los sectores más postergados, a jubilados y beneficios de planes sociales. Alguien que paga fortunas de impuesto a las ganancias –o que lo evade- puede sacar la SUBE y al contrario, pueden no tenerla muchos ciudadanos migrantes o que por vivir en la marginalidad no tienen su documentación en regla.
Y convengamos que en nuestras ciudades enfermas de automovilismo, suelen ser los pobres los que viajan en bondi o en tren. ¿Si mejor le sacamos los subsidios a los peajes y a ciertos usos del combustible? ¿Y si hacemos más progresiva la estructura impositiva y multiplicamos el transporte público? Todo bien con ordenar las cuentas, peno no a costa del derecho a la vida privada.
La cuestión es que en los ´90 nos bancarizamos, en los ´2000 poblamos las ciudades de cámaras y ahora estamos casi obligados al Sistema Único de Boleto Electrónico. Al final, los herederos de 1984 no eran las personas que tiene en cautiverio una productiva televisiva y que Telefé nos muestra haciendo boludeces. Somos todos. Suban. Sonrían. Bienvenidos al Gran Hermano.

martes, 17 de enero de 2012

Hoy no me leas

El 18 de enero de 2012 este blog permanecerá cerrado en protesta contra S.O.P.A y ProtectIP (PIPA), —y contra todas las otras leyes por el estilo llámense como se llamen: Sinde, Lleras, Hadopi y otros nombres deshonrosos que se vayan sumando— que pretenden limitar la libertad de expresión, bloquear sitios web, desconectar ciudadanos de Internet, vigilar y monitorear nuestras comunicaciones e impedirnos compartir cultura.
El proyecto de ley que podría aprobarse el 24 de enero en el Congreso de Estados Unidos, establecería un gigantesco firewall de censura en ese país, pero que afectará a todo internet, limitando la libertad de expresión, el acceso a la información y perjudicando particularmente a las comunidades colaborativas, como Wikipedia. 
Por eso quienes creemos en la cultura libre hacemos hoy un masivo de nuestros sitios, para que todos los ciudadanos sepan lo que está pasando y lo grave que será si dejamos pasar estas nefastas leyes de censura contra la red sin pelear.

Infografía: www.derechoaleer.org

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