viernes, 16 de noviembre de 2012

Buenas nuevas

Hace unas horas se conoció la noticia del procesamiento del dueño del Ingenio Ledesma, Pedro Blaquier, y el administrador general de la empresa, Alberto Lemos, por su participación en delitos de lesa humanidad.
Para entender por qué los imputan y, sobre todo, porque el procesamiento es un notición, les recomiendo el informe que publicaron Josefina y Verona en La Pulseada de septiembre (y también esta charla con los fiscales que siguen la causa). Para cargar energías y seguir empujando por más justicia...

Qué lindo, qué lindo, qué lindo que va a ser
una cooperativa en la empresa de Blaquier...

miércoles, 14 de noviembre de 2012

El diablo y otros escritos

Quiero invitarlos a la presentación de un libro que tiene un valor muy especial para mí. En el prólogo de El Diablo, Carlos Ferrari, amigo entrañable, le recuerda a Anselmo la época en que lo conoció, hace veintipico de años, y menciona cómo educaba a sus hijos "con particular dedicación, construyendo juegos con ellos, acompañándolos y alentándolos en sus curiosidades". Mi viejo es ése tipo con "implacable sentido crítico, sensibilidad social, inteligente humor". También, a veces, parco y silencioso. En ese clima me crié, rodeado de libros, inquietudes y palabras reservadas.
Escribía, pero no conocí muchos de sus relatos hasta el otoño pasado. Siempre me fascinó su encuentro con el diablo, a bordo del TALP, narrado en el escrito que da nombre a este libro. Me identifico hoy en la apuesta por los granitos de arena que hace en su Verso mecánico. Y reconozco su pasión por la ciencia ficción, que nunca compartimos, en un relato fascinante como ABC.

Ahora se animó a publicar. Y creo que El diablo y otros escritos es un gran libro. Para mí, claro, es mucho más que eso. Por ambas cosas los invito a que nos acompañen en esta presentación con amigos, el próximo miércoles 21 a las 19 horas, en el Galpón de La Grieta (18 y 71).


domingo, 11 de noviembre de 2012

Texto en busca de un curador

Tengo la sensación de que está empezando un nuevo ciclo de organización en el campo de la cultura -que es parte de lo político-. Lo digo en crudo, casi pensando en voz alta. Lo digo hablando de mi aldea actual –La Plata- y partiendo de la idea de que las acciones organizadas tienen ciclos y que cada ciclo se caracteriza por un repertorio de prácticas colectivas. Pienso en el ámbito de la comunicación, el arte, la cultura.
Ciclos y repertorios. Fueron las murgas, en los noventa, cuando el movimiento de los derechos humanos era un espacio de resistencia al pensamiento único y allí emergía una nueva generación -la de los H.I.J.O.S.- que incorporaba color, ritmo y alegría a la lucha. En otro momento –post 2001- serían los medios alternativos, el teatro comunitario, luego la movida de espacios culturales autogestionados, o las intervenciones artísticas en el espacio público.
Cada vez se multiplicaron los grupos, se cruzaron, se convocaron a encuentros y formaron redes; algunas veces más y otras veces menos concientes del sentido político de sus prácticas y sus reuniones.
Tengo la sospecha de que ahora empieza un nuevo ciclo y que tiene algo novedoso. La noticia es que los protagonistas no son los “productores” –o quienes solíamos identificar como tales- sino otros, que también producen sentido, pero que actúan en el plano de la mediación, la habilitación.
Insito: hablo desde un territorio acotado y con algunas ideas en crudo. Aquí y ahora, las iniciativas más activas, refrescantes y con vocación de encontrarse, están en ese eslabón de la cadena: editores, curadores y gestores culturales son los que están sacudiendo el mapa de lo político-cultural local.
¡Curadores! Tremenda novedad. No digo hace diez años: hace dos, era impensable encontrar personas y grupos que definieran su trabajo y su militancia como “curaduría”. Hoy no sólo podemos hablar de la experiencia de Síntoma, de Cocina de Arte o de Sala de Ensayo, entre otros, sino que en más de una oportunidad cabe afirmar que la obra es la curaduría  [Y dicho sea de paso, qué poco feliz es mantener el término curador para quien más bien dinamiza, teje redes y produce situaciones de encuentro y creación...]
También proliferan los centros culturales, espacios múltiples donde no sólo conviven distintos lenguajes sino también diversísimos grados de compromiso y ganas de cambiar el mundo, aunque más temprano que tarde surge la discusión política, la pregunta por el cambio social y la voluntad de encontrarse con pares. Y una suerte de segunda generación de estos espacios renueva por estos días las preguntas por el proyecto colectivo de “habilitar a otros”, de generar y sostener espacios de realización.
En el campo editorial, no sobresalen tanto los autores de los libros o las firmas de las notas periodísticas, como la legitimidad de la editora Pixel o la revista La Pulseada, o la prometedora emergencia de publicaciones como Otro viento, Mascaró o Estructural Mental a las Estrellas. Y son los editores autogestivos e independientes lo que buscan encontrarse y formar redes (O bien los escritores y poetas asumen y se autogestionan un rol de editores, como sucedió con el Club Hemingway, a punto de presentar su antología El último día del verano).
Al fin y al cabo, todos ellos –editores, curadores, tejedores y anfitriones culturales- son productores, y lo interesante es que empezamos a reconocerlo así, aún cuando el trabajo de lidiar con imprentas o procurarse la plata para la luz, el gas y el alquiler, empañan el aura de la “creación” que solía definir al trabajo artístico-cultural.
Y por casualidad o no, este incipiente reconocimiento coincide con una nueva etapa de sistema en el que (sobre)vivimos –y esto también lo escribo en borrador, en busca de un editor-: el pasaje del capitalismo de Hollywood, sostenedor del viejo modelo del copyright, al capitalismo de Google y Facebook, donde el negocio no radica en gestionar los medios de producción sino en controlar los mecanismos de distribución. No importa con quién, cómo y dónde surge una imagen, una música o un texto: la clave está en la circulación, y no hay circulación sin una comunidad construida, sin redes, sin circuitos de encuentro.
Suena interesante, entonces, que una parte de la movida cultural “del palo” esté hoy pensando y militando la edición, la circulación y los espacios de encuentro. Porque hoy sí, como decía la vieja máxima de Mc Luhan, el medio es el mensaje. Porque quizá, si Marx viviera, arengaría por el control de los medios de circulación. 
Curadores del mundo, ¡uníos!

jueves, 8 de noviembre de 2012

Por un país con infancia, por un coliseo lleno

El próximo miércoles casi cerramos el año de La Pulseada, con música popular a total beneficio de la obra de Cajade: la Orquesta Popular de Cámara mentada por le Chango Farías Gómez y las Fulanas trío tocan en el Coliseo Podestá, a las 20.30 horas.
Seguimos festejando los 10 años de la revista, seguimos luchando por los pibes y pibas, y seguimos denunciando el vaciamiento de las políticas públicas de niñez y adolescencia en la Provincia.


Vénganse todos a llenar el Coliseo!

lunes, 5 de noviembre de 2012

Búsquedas



La noción de ser como un perro entre los hombres: materia de desganada reflexión a lo largo de dos cañas y una caminata por los suburbios [...] Un hombre debería ser capaz de aislarse de la especie dentro de la especie misma, y optar por el perro o el pez original como punto inicial de la marcha hacia sí mismo. No hay pasaje para el doctor en letras, no hay apertura para el alergólogo eminente. Incrustados en la especie, serán lo que deben ser y si no no serán nada [...] El hombre de que se habla no acepta esas seudo realizaciones, la gran máscara podrida de Occidente. El tipo que ha llegado vagando hasta el puente de la Avenida San Martín y fuma en una esquina, mirando a una mujer que se ajusta una media, tiene una idea completamente insensata de lo que él llama realización, y no lo lamenta porque algo le dice que en la insensatez está la semilla, que el ladrido del perro anda más cerca del omega que una tesis sobre el gerundio en Tirso de Molina. Qué metáforas estúpidas. Pero él sigue emperrado, es el caso de decirlo. ¿Qué busca? ¿Se busca? No se buscaría si ya no se hubiera encontrado. Quiere decir que se ha encontrado (pero esto ya no es insensato, ergo hay que desconfiar. Apenas la dejás suelta, La Razón te saca un boletín especial, te arma el primer silogismo de una cadena que no te lleva a ninguna parte como no sea a un diploma o a un chalecito californiano y los nenes jugando en la alfombra con enorme encanto de mamá). A ver, vamos despacio: ¿Qué es lo que busca ese tipo? ¿Se busca? ¿Se busca en tanto que individuo? ¿En tanto que individuo pretendidamente intemporal, o como ente histórico? Si es esto último, tiempo perdido. Si en cambio se busca al margen de toda contingencia, a lo mejor lo del perro no está mal. Pero vamos despacio (le encanta hablarse así, como un padre a su hijo, para después darse el gran gusto de todos los hijos y patearle el nido al viejo), vamos piano piano, a ver qué es eso de la búsqueda. Bueno, la búsqueda no es. Sutil, eh. No es búsqueda porque ya se ha encontrado. Solamente que el encuentro no cuaja. Hay carne, papas y puerros, pero no hay puchero. O sea que ya no estamos con los demás, que ya hemos dejado de ser un ciudadano [...], pero tampoco hemos sabido salir del perro para llegar a eso que no tiene nombre, digamos a esa conciliación, a esa reconciliación.
[...] ¿Qué se busca? ¿Qué se busca? Repetirlo quince mil veces, como martillazos en la pared. ¿Qué se busca? ¿Qué es esa conciliación sin la cual la vida no pasa de una oscura tomada de pelo? No la conciliación del santo, porque si en la noción de bajar al perro, de recomenzar desde el perro o desde el pez o desde la mugre y la fealdad y la miseria y cualquier otro disvalor, hay siempre como una nostalgia de santidad, parecería que se añora una santidad no religiosa (y ahí empieza la insensatez), un estado sin diferencia, sin santo (porque el santo es siempre de alguna manera el santo y los que no son santos, y eso escandaliza a un pobre tipo como el que admira la pantorrilla de la muchacha absorta en arreglarse la media torcida), es decir que si hay conciliación tiene que ser otra cosa que un estado de santidad, estado excluyente desde el vamos. Tiene que ser algo inmanente, sin sacrificio del plomo por el oro, del celofán por el cristal, del menos por el más; al contrario, la insensatez exige que el plomo valga el oro, que el más esté en el menos. Una alquimia, una geometría no euclidiana, una indeterminación up to date para las operaciones del espíritu y sus frutos.No se trata de subir, viejo ídolo mental desmentido por la historia, vieja zanahoria que ya no engaña al burro. No se trata de perfeccionar, de decantar, de rescatar, de escoger, de librealbedrizar, de ir del alfa hacia el omega. Ya se está. [...]

El texto es de Cortázar, de uno de los capítulos mal llamados "prescindibles" de Rayuela.
La foto es mía; sacada una tarde de octubre de 2008 en Victoria (Entre Ríos), mirando hacia Rosario.
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