sábado, 23 de noviembre de 2013

Rafaela

Le dicen la Perla del Oeste. Tiene 100.000 habitantes y es el corazón de la cuenca lechera, aunque cada vez hay menos vacas y más soja.
En Rafaela, como en casi cualquier punto del “interior” del país, cuando prenden la tele ven la congestión de la Panamericana y la temperatura que marcan los termómetros porteños.

A los diarios locales es mejor perderlos que encontrarlos. El Castellanos, propiedad del presidente de la Corte Ricardo Lorenzetti, encabeza su portada web con una publicidad de la Sociedad Rural y otra de la Policía. No es difícil imaginar quiénes hablan cuando hablan de políticas agropecuarias y dan una noticia de “inseguridad”.

Los pibes que hoy quieren ser periodistas se forman en universidades privadas. Públicas no hay, y recurrir a la UCES o en la UCSE es más barato que irse a estudiar a Santa Fe o Paraná.
-El problema es con qué cabeza están sabiendo –dice un graduado que en la calle sembró otras inquietudes y con otros se está convenciendo de que se puede hacer periodismo sin ser empleado del poder. Se debe.

Se llaman “Satélite”, una revista que lleva una década hurgando los túneles de la historia y cree en contar un pasado de esta tierra que no sea el de inversores endiosados, sino el de sus obreros. Se llaman “El escupitajo de oro” y “Quirón” cuando escriben literatura o hablan de filosofía. Se llaman “La voz de los pueblos originarios”. Se llaman “Mural” y tienen ese empuje colectivo que brota de los movimientos sociales, porque a esta altura ya sabemos que hacer una revista es mucho más que hacer una revista.

Cada número de Mural trae el rostro de Silvia Suppo, la sobreviviente de la dictadura asesinada a puñaladas en marzo de 2009. Un supuesto robo. En el pueblo, todos saben otra cosa. Nadie dice.
La imagen de Suppo en la contratapa de la revista no es una buena estrategia para salir a vender publicidad. Sí para mostrar que otra comunicación es posible.

En Rafaela hay reglas implícitas para hacer un periodismo “rentable”:
No cuestionar la soja.
No mencionar los agrotóxicos.
No hablar de negocios inmobiliarios.
No discutir la historia oficial.
No investigar el transporte.
Es decir: no hacer periodismo.

Un día, los que hacen periodismo en serio deciden encontrarse. 
-Se puede –dicen y buscan conocer otras experiencias. Después de un rato, todos nos sabemos hermanos y nos llenamos de energía.
-Es un error decir “hago una revistita”. No tenemos que auto-subestimarnos.


Rafaela es cualquier punto del país. En esta una tarde de mates compartidos, es la comprobación de por qué pedimos una ley que resguarde y fomente: para que la libertad de expresión no sea una libertad de lujo.

La mayoría de las revistas culturales independientes laten en el mal llamado “interior” del país, y cumplen un rol fundamental para sus comunidades. Son centenares. No compiten: eso es parte de otro paradigma, otro periodismo, la historia que queremos dejar atrás. No buscan ser grandes: quieren ser muchas, vivir dignamente, seguir diciendo que el glifosato mata y publicar el rostro de Silvia Suppo para pedir justicia.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Volar

Escribir es el momento más atrevido de tu miedo
(¿qué será leer?)

Una de las mujeres que amo me prestó un libro con alas. Fue una tarde después de que hablamos mucho de otro libro, uno que todavía está naciendo pero que yo sé que va a volar desde el primer día. Volar y hacer rondas y reescribirse con nuevos relatos porque como dice Guillermo, volando no hay forma de frenar el movimiento, y volando siempre vas para adelante, vayas para el norte o para el sur.
Dice también que las mujeres acostumbran a volar mejor que los hombres y yo estoy de acuerdo: a mí fue una mujer la que me enseñó a volar y la que me prestó un libro con alas, esa tarde en la que hablamos poco de nosotros porque desde que ya no conjugamos el plural a mí me cuesta más aceptar un mate y hablar. Porque al mismo tiempo uno piensa que se tiene que desenamorar y dejar de pensar en un viaje o en una casa o en hijos como gongong, porque al fin y al cabo somos diferentes y no hemos sabido o no nos animamos a volar juntos.
Diferentes significa por ejemplo que yo soy de los que no bailan, o que nunca hubiera comprado este libro que me llenó la cabeza de pájaros, aunque también voy a las flias y me gusta multiplicarlas y llevarlas a otras dimensiones –un par de veces mi trabajo se llenó de gente y libros que vuelan!
Y nunca sé cuán así es la cosa, porque yo antes tampoco escribía una poesía ni un texto como éste, y mientras pienso esto sigo la lectura y leo: “Lo importante no es cuánto tardás en empezar, lo importante es que una vez que hayas empezado no dejes de continuar. Una decisión tomada no se vuelve a servir”.
Transformarse es amar, y viceversa. Eso sí que es así y acaso por eso un subrayado de lápiz revela que dos corazones latieron fuerte con el mismo manojo de palabras.

Lo bueno de este mundo es que está lleno de gente que hace cosas vitales: que construye casas, que trabaja la tierra, que vuela cielos, que compone música y que escribe pájaros y faros.
Entre la sonrisa que me invitó a este libro y el final de la lectura apenas hubo un viaje en bicicleta y una pausa a la madrugada para cocinar. Puro placer.
Si en el mundo hubiera mucha más gente como Guillermo y como Jo, todos sabríamos volar y el cielo estaría lleno de sonrisas y de abrazos; y si alguien se quedara abajo no sabría distinguir las estrellas de la gente leyendo libros prestados que van y vienen, con tanta luz.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Oeste 61

El Oeste, para los platenses, es rojo. El que tomamos con Dani, cartel verde y blanco, pasa por la esquina de casa. Es el micro que une al oeste platense con el cementerio y los hospitales. Así cuenta su recorrido: desde Gambier, al final del Abasto, hasta el San Juan de Dios, el Niños y el Policlínico.   

El Oeste es relativo. Todos los puntos cardinales lo son. Carhué, nuestro oeste, está al este de General Acha. Trenque Lauquen está al este de Castex. Y Villegas está tan al oeste de La Plata, como al este de General Alvear. Cuando Estructura llama Oeste, sin necesidad de dar explicaciones, a Guaminí, Pringles o Tapalqué, se posiciona. Habla de la Provincia de Buenos Aires. Habla desde La Plata. Confiesa esa ubicación, por primera vez en cinco números, en su propia portada. 
Los sábados el Oeste 61 pasa cada una hora. 
Hasta el final de todo, sale 2 con 65.   

El primer barrio es el de la muerte. Frente al paredón blanqueado hay florerías, placas y cremaciones en oferta. Suben hombres y mujeres solos, arriba de los 40, y se sientan en el fondo. El micro pasa por un enorme corralón de ladrillos y dobla en 137. Ahora todo remite a la construcción. Ladrillos, vidrios, materiales. 
En la construcción trabajaba Tito, un hombre nacido en Villegas –el oeste del que habla la revista- y venido a La Plata en busca de una mejor vida. En el ´73 se juntó con pibes que armaron una Unidad Básica en el barrio y se hizo montonero. Una noche de 1976 lo secuestraron. Sobrevivió y buscó justicia. 30 años después volvieron a chuparlo. El micro pasa a tres cuadras de su casa, en Los Hornos, barrio de obreros, policías y silencios.

Un cartel municipal anuncia el asfalto en una zona donde el trazado es irregular, las calles se cortan y faltan plazas. La ciudad sigue mucho más allá del cuadrado. Sin límites: así se llama un periódico destinado al oeste platense, que se edita hace 22 años. La ciudad desborda; los arroyos también. En el recorrido, el micro pasa junto a tres cursos de agua sin entubar. Pasa también por varios locales del bruerismo, la fuerza política que naufragó en el casco platense pero sigue cosechando votos en la zona de los tomates y las flores. 
-Prohibido olvidar –dice el dibujo de Juan Bertola en memoria del 2 de abril de 2013, cuando La Plata se pareció a Epecuén. Es la página 69, entera. Estructura vuelve a confirmar desde donde discute, escribe y publica.

La única garantía de supervivencia son los propios compañeros que han afrontado alguna vez los mismos riesgos, y el sostén emotivo, los mismos lectores. Es en esa experiencia compartida donde se configura, qué duda cabe, la hermandad entre la revistas”, escribían Agustín y Vero en 2011, en la tercera Estructura Mental. Dos años después, fieles a la idea, participan de un agrupamiento de revistas culturales, impulsan una distribuidora de ediciones independientes e invitan a colegas a pensar “Historias del Oeste”.
A mí la consigna me remitió a ese bondi que muy pocas veces tomé. La primera vez que escribí para La Pulseada, hace diez años, la revista tenía en la tapa un colectivo del nuevo Sistema de Transporte Urbano (SUT). Por la esquina de casa pasa uno. Va a Gambier. Dani lleva un bloc de notas rojo, como el Oeste. 

Agustín Gambier fue uno de los fundadores del Jockey Club platense y también de la ley de minoridad. En la zona hay escuelas e institutos que llevan su nombre, como también el barrio y la Estación –hoy convertida en centro de jubilados- que pertenecía al ramal Avellaneda del extinto Ferrocarril Provincial. Pocas vías quedan de ese tren que conectaba La Plata con el oeste bonaerense. Con mente de petróleo, asfalto y transporte automotor, lo liquidó el frondicismo con el Plan Larkin. Corría el año sesenta y uno.  61: como el bondi que va dejando atrás las madereras, parrillas y créditos personales para internarse en una zona de calles de tierra, perros sueltos y Ave María Purísima.

Es literal: la zona se llama Abasto porque los fundadores la destinaban a los cultivos para abastecer a la ciudad. La frontera se corre cada vez más. Recién después de la Rotonda que cruza la 520 con la Ruta 2, casi al final del recorrido, aparecen los campos verdes y los invernaderos. En el camino está el Hospital de Romero, la Unidad 43 y los institutos de menores. Si esta parte también fuera literal, la localidad se llamaría Reclusión. Porque La Plata destinó su oeste al encierro de los locos y los delincuentes, los que no se ajustaban a la norma. Los pobres.

El Oeste fue el patio trasero de la ciudad blanca e ilustrada que siempre quiso ser La Plata, obra pretenciosa de la misma generación que inventó un desierto donde había tehuelches y gauchos matreros, como bien narra esta Estructura Mental.
La construcción de La Plata fue parte de ese proyecto político de generales, terratenientes y abogados. Su Museo de “Ciencias Naturales”, como bien recupera Mariano Dubín, fue participe de la operación de enterrar históricamente al indio. Más tarde, la aristocracia local también buscaría enterrar históricamente al peronismo: así, lo borró de sus libros y de también de su mapa, cuando la “Libertadora” desmembró a Berisso. El sitio de donde venían los borceguíes con olor a frigorífico y a puerto que en 1945 pisotearon los símbolos más queridos por esos platenses céntricos cuyas revistas culturales hablaban de Europa y el resto del mundo civilizado. 

El Oeste 61 va rápido. En una hora completa el recorrido. A la vuelta frena frente al puesto improvisado de remeras y camisetas, junto al puente que cruza la 520. El micro empieza a llenarse otra vez. Algunos suben con flores, cosechadas ahí nomás, que llevan rumbo al sureste donde se lloran las ausencias.
Casi todos bajan ahí, en el Cementerio, donde alguien creyó que se había escondido el viejo nacido Villegas, desaparecido en democracia, cuando una versión infame lo daba por perdido. Ahí donde fueron a parar tantos, en abril, cuando los arroyos desbordaron.
Unas cuadras después tocamos el timbre nosotros, ni bien el bondi entra al casco urbano, cerca del San Juan de Dios. 4 kilómetros al sur de Malisia, donde a la noche vamos a celebrar la quinta Estructura Mental a las Estrellas, que es celebrar su capacidad de pensar a las letras sin despegarlas de los territorios y la vocación de compartir con otros sus búsquedas en geografías diversas.

Texto Dani Badenes / Dibujos Dani Lorenzo
* El texto y las imágenes forman parte de un cuadernito, edición única,
realizado para celebrar la salida del Nº5 Estructura Mental a las Estrellas.
Fue producido, escrito, dibujado y montado el 2 de noviembre de 2013.
La totalidad de los dibujos puede verse en este álbum de FB.

viernes, 25 de octubre de 2013

Bajar la edad de punibilidad: ilegal, ineficaz y perverso

—Hay quienes desde posturas progresistas dicen “bueno, bajar la edad es garantizar el derecho a defensa”: ¿qué piensan de eso?
Carola Bianco: Que es ilegal, ineficaz y perverso bajar la edad de imputabilidad. Es absolutamente ilegal bajar la edad de imputabilidad bajo el ropaje que le quieran poner, de régimen especial o lo que sea. Si lo hacen, nosotros nos vamos a encargar de hacer una acción declarativa de inconstitucionalidad. No se puede ingresar al sistema penal a ningún pibe si antes no se comprueba que se ingresó al sistema de promoción y protección y ese sistema falló. Y entonces se requiere una intervención de tipo penal, que siempre va a tener que trabajar con el sistema de promoción y protección. La pena, cuando es un pibe menor de 18 años, nunca puede ser para castigo y reinserción, como puede ser tenida en cuenta para el caso de los adultos, aunque se diga que no es para castigo. En el caso de los jóvenes el encierro tiene que ser por el menor tiempo posible y controlado por el juez de Garantías; y si hay una alternativa en libertad debe ser tomada y llevada adelante por el sistema de protección, que todavía no se creó en su totalidad y por eso no funciona… Nosotros nos entrevistamos con los jueces de ejecución penal y nos dicen: ‘No tenemos a dónde mandarlos, los tenemos que encerrar porque cometieron un delito y no tenemos otro lugar’. Si la única herramienta que tenés es un martillo, todos los problemas se parecen a un clavo… Por otro lado, es una medida inefectiva. Los delitos que comete la franja etaria de 14 a 16, para la que se quiere generar un régimen penal especial, son ínfimos, como que te diga 0,2%. Y en todos los casos actuaron adultos, entregando las armas y usando a los pibes como eslabones de una cadena delictiva. Además, la baja de la edad no disminuye la cantidad de homicidios dolosos ni de delictividad. Finalmente, un chico a los 14 años no aprende que el daño es algo malo a través del encierro. Eso se aprende a través del amor, del trabajo constante, del lazo de solidaridad, del vínculo de todos los días. Por eso, en términos éticos y políticos, el planteo es absolutamente perverso.

De esto y mucho más hablamos con los integrantes del Programa Niñez de la UNLP, en una larga conversación publicada en el último número de La Pulseada. Gente buena, formada, comprometida, que apuesta a la organización colectiva y disputa el derecho para el pueblo. Vale la pena tomarse el tiempo para leerlos.

martes, 24 de septiembre de 2013

Una verdadera fiesta


Un placer la 3ª Fiesta del Libro y la Revista. Por el equipazo de laburo, por clima de intercambio, por los libros y revistas que circularon... Lo tan bello no entra en fotos, pero igual hay un buen registro acá, en Facebook. Gracias a todos los que fueron parte.

martes, 17 de septiembre de 2013

La voz de los lonkos


Dice Osvaldo Bayer: "Es increíble el valor de estas páginas. Uno a uno son temas para un valioso debate futuro. Después de estas páginas nadie podrá decir que ´yo no sabía´, ´lo ignoraba´, ´nunca me lo dijeron´. Desde la colonización occidental y cristiana europea hasta la Campaña del Desierto y la Pacificación de la Araucanía, y desde allí la negación de los derechos a los auténticos habitantes de la tierra por los gobiernos que se sucedieron a ambos lados de la cordillera".
Un orgullo, realmente, haber sido invitado a participar de este libro dedicado a la memoria del lonko Pascual Pichún Paillalao. "La Voz de los Lonkos" es una selección de 10 años de reportajes en el Periodico Azkintuwe. Incluye trabajos realizados por Wladimir Painemal, Arnaldo Pérez Guerra, Sebastian Hacher, Adrián Moyano, Tito Tricot, Hernán Scandizzo, Marc Gavalda, Pedro Cayuqueo y quien escribe este blog.


lunes, 16 de septiembre de 2013

Habemus Revista de Revistas

La Revista de Revistas es una meta revista, una revista que nos cuenta sobre las historias, trayectos y trabajos de otras revistas del Conurbano bonaerense. Es obra del trabajo de un proyecto de extensión de la Universidad Nacional de Quilmes conocido como "El Sur también publica" e impulsado por estudiantes, graduados y estudiantes de la Licenciatura en Comunicación Social. Hecha con pasión por la gráfica, impresa en Grafitos y acompañando la lucha por la democratización de la comunicación, hete aquí la RdR, que se presentará en sociedad esta semana en la 3ª Fiesta del Libro y la Revista.

martes, 27 de agosto de 2013

Dime quiénes son tu amicus y te diré qué quieres

Llegó el día de los Amicus Curiae, un capítulo más en la lucha por la plena vigencia de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, acaso la más democrática de las leyes votadas en democracia: construida en base a un gran consenso, debatida y enriquecida en foros federales y votada por una amplia mayoría parlamentaria. Hoy, quizá por la presión social sobre el tema, la Corte Suprema –donde se dirimen cuatro artículos de la norma obstaculizados por recursos judiciales- habilitó una nueva instancia de debate, en audiencias públicas a las que recurren organizaciones civiles como “amigas del tribunal”.
Como ha explicado la Corte Interamericana de Derechos Humanos, los Amicus Curiae fortalecen al sistema de justicia “a través de reflexiones aportadas por miembros de la sociedad, que contribuyen al debate y amplían los elementos de juicio con que cuenta la Corte". Por eso desde la REDCOM, que nuclea a las carreras de comunicación social y periodismo de unas treinta universidades del país –en las que se han hecho aportes significativos para pensar el derecho a la comunicación- nos presentamos ante la Corte Suprema: para defender la plena constitucionalidad de la ley y explicar que los artículos hoy cuestionados por una corporación económica “responden a los mandatos constitucionales y a los más altos estándares internacionales de derechos humanos en relación al derecho a la comunicación, e implican un cambio de paradigma sustancial en relación al derogado Decreto-Ley Nº 22.285 que concebía a la actividad como meramente comercial y discriminaba al sector privado sin fines de lucro, a los pueblos originarios y a las universidades, entre otros actores”.
La Corte aceptó el aporte de la REDCOM, pero no habilitó la intervención oral en la audiencia pública. Lo mismo sucedió con los escritos realizados por otras organizaciones, como los agrupamientos del sector comunitario FARCO y AMARC. Así, el máximo tribunal confirmó el carácter inédito de esta audiencia, en la que desde un principio se instó a la presentación de cinco amicus por cada parte en litigio, lo cual implica una interpretación nueva de esa figura, algo confusa o errática, pues se supone que se trata de “amigos del tribunal” y no de “amigos de las partes”.
Esta atípica utilización del recurso, más allá de la controversia jurídica, resultó un ejercicio interesante para saber quién es quién en este litigio. En ese sentido, la identidad de los Amicus que intervienen con consentimiento del grupo Clarín es bien ilustrativa.
El primero que tendrá la palabra es Asdrúbal Aguiar Aranguren, inscripto por una organización pomposamente llamada Observatorio Iberoamericano de la Democracia, creada en 2007 e integrada por académicos y “hombres con formación de Estado” con una supuesta trayectoria en defensa del Estado de derecho. Según su web, encabezan la institución dos referentes de “academias nacionales”: el ya citado Asdrúbal Aguiar y Gregorio Badeni, quien casualmente es abogado patrocinante de otro de los amicus avalados por Clarín.
No es la primera vez que Asdrúbal Aguiar presenta un recurso de este tipo en un conflicto que involucra la regulación de medios. Ya lo hizo antes en su país de origen, Venezuela, en un litigio que enfrentó al Estado bolivariano con Globovisión. Este canal privado y el abogado venezolano tenían algo en común: ambos avalaron el golpe de Estado de 2002 que quiso erigir presidente al líder empresario Pedro Carmona contra toda legalidad. El fracaso golpista alejó a Aguiar de su país, donde había sido funcionario del gobierno de Rafael Caldera, y lo acercó al nuestro. En 2005 fue incorporado como “Académico Correspondiente” de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, título que suena honroso hasta que uno se pregunta de qué se trata. Esa Academia está integrada, entre otros, por el empresario Carlos Pedro Blaquier y por el ex fiscal Alberto Rodríguez Varela, ambos acusados por gravísimos delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico-militar (Rodríguez Varela está acusado de haber participado de los interrogatorios que sufrió durante su secuestro el periodista Jacobo Timerman). Vale decir también que los sitiales ocupados por los miembros de número de la institución llevan nombres de figuras de la historia argentina, y que la Academia considera entre esos próceres a Pedro Eugenio Aramburu. Sus integrantes –entre los que también está Badeni- no pueden ignorarlo.
Otro de los “Amicus” asociados al multimedio corresponde al Comité del Consumidor (CODELCO), institución con sede en Salta, que no debería confundirse con la Asociación de Defensa de los Derechos de Usuarios y Consumidores (ADDUC), que se presentó como “amicus independiente” con argumentos favorables hacia la ley. De CODELCO vale tener en cuenta quién es su representante, el abogado ultraconservador Francisco Durand Casali, muy activo en su provincia, donde recurrió al Poder Judicial para que se anulara un protocolo de Procedimientos para la Asistencia Integral de toda Víctima de Violencia Sexual y la Concreta Atención de los Abortos no Punibles. Por suerte para la salud de las salteñas, no tuvo éxito.
CODELCO tendrá dos expositores: el constitucionalista Andrés Gil Domínguez y el semiólogo Eliseo Verón, quien según la primera información de la Corte sobre las presentaciones recibidas había realizado una a título personal -incluida entre los amicus avalados por Clarín-. Verón fue un cuadro intelectual destacado en los debates de la comunicación y las ciencias sociales en los años ´70, cuando venía de formarse en Francia con Ronald Barthes y Claude Lévi-Strauss, y fue uno de los editores de la revista Lenguajes. De un tiempo a esta parte ha cumplido otros roles. Algunos lo recordarán como panelista de la primera edición de Gran Hermano, el ciclo que hacía gala del cautiverio televisivo de un grupo de jóvenes de clase media. En 2011 asesoró a Eduardo Duhalde para posicionar su imagen como candidato. No extraña que sostenga la posición del grupo monopólico: entre 2000 y 2006 fue el encargado de dirigir la maestría que Clarín fundó junto a la privada Universidad de San Andrés. Y asesoró en varias instancias del rediseño del diario papel y digital. Su condición académica es innegable. La de amigo de una de las partes, también.
En San Andrés también trabaja otro Amicus: el abogado Lucas Sebastián Grosman, que dirige la carrera de abogacía de esa Universidad y seguramente se presentará ante la Corte como especialista en “defensa de la competencia”. En la primera información sobre los inscritos a la Audiencia –antes de que la defensa de Clarín reacomodara fichas-, Grosman aparecía como “independiente”, sin vinculación con las partes en litigio. Curiosa independencia, ya que Grosman fue uno de los fundadores de la Asociación para la Defensa de la Competencia, la organización que promovió un recurso de amparo a favor de la empresa Fibertel (del grupo Clarín), más tarde denunciada como “ONG fantasma” porque sólo participó de ese caso en una década de existencia. Grosman también es socio de la Asociación de Derechos Civiles, que usa la misma sigla (ADC), aportando a la confusión general. Como esta última tiene en su agenda temas de "libertad de expresión", sigla equivalente le vino bien a la otra ADC para "prestigiar" el amparo a favor de Fibertel. De ambas ONG también es miembro Carlos Rosenkrantz, rector de la Universidad de San Andrés, por lo tanto empleador de Grosman y Verón, y socio de Clarín en la Maestría de Periodismo.
Los demás Amicus registrados por Clarín son la Asociación Internacional de Radiodifusión, con sede en Washington, la Organización de Asociaciones de Empresas de Televisión Pagada para Iberoamérica y la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas. En todos los casos, son agrupamientos de empresas privadas dedicadas al “negocio” de la radiodifusión. Está claro que tienen una opinión desfavorable hacia la ley que piensa la comunicación como derecho humano, más allá del lucro, y en particular sobre los artículos buscan la desconcentración del espectro para el ingreso de nuevas voces.
En defensa de los demandados (en este caso, el Estado que quiere hacer cumplir la ley) aparecen otros actores. Uno es el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), un organismo de derechos humanos de amplia trayectoria, nacido al fragor de la resistencia contra la dictadura cívico-militar, en tiempos en que Clarín no creía que la libertad de expresión estuviera en riesgo sino que se asociaba con el Estado incluso en pactos criminales, como el que dio origen a Papel Prensa. Otro es COOPERAR, la confederación que nuclea a las cooperativas de todo el país. Muchas de ellas garantizan servicios públicos allí donde las empresas comerciales no llegan porque “no es negocio”. El viejo decreto-ley de radiodifusión las excluía de la posibilidad de llevar la televisión o la radio a sus comunidades, porque no cumplían con un requisito: tener fines de lucro. Los otros Amicus que acompañan a los demandados representan a instituciones académicas: la Asociación Americana de Juristas y dos universidades públicas. La mayoría de las presentaciones estarán sostenidas por abogados que han hecho aportes fundamentales en causas vinculadas a los derechos humanos y al derecho a la comunicación, como Beinusz Szmukler, Damián Loreti, Miguel Rodríguez Villafañe y Víctor Abramovich.
Así, la sorprendente interpretación de la Corte acerca del Amicus como “amigo de las partes” dejó al descubierto, en la divisoria de aguas, qué intereses están en juego.
Fuera del debate –al menos, de la Audiencia Pública- quedaron organizaciones que querían ser “amigas del Tribunal” y enriquecer la mirada de los jueces. Es una lástima, en ese sentido, que la Corte no se haya dado el tiempo para escuchar a la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC), al Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO), a la Asociación de Defensa de los Derechos de Usuarios y Consumidores (ADDUC), a la Asociación Comunitaria Aborigen Napalpí, a la Universidad Nacional de Moreno y a la Red de Carreras de Comunicación Social y Periodismo (REDCOM).
La Corte sólo accedió a dar la palabra “Amicus independientes”: la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual y un Centro de Estudios en Derecho y Economía dependiente de la Facultad de Derecho, Universidad de Buenos Aires. La inclusión de Ottaviano es una gran noticia, porque reconoce a un organismo autárquico creado por la ley, que representa los intereses del público. Pero otra vez, la Corte pensó el asunto con una lógica de partes: a sabiendas de que la Defensoría defenderá la constitucionalidad de la ley, aceptó el pedido de instituto de la UBA encabezado por Juan Vicente Sola, que llevará una mirada contraria. Sin ir más lejos, ayer el Consejo Directivo de la Facultad de Derecho discutió el tema y dejó constancia de que ese centro de estudios no representa la posición de esa institución. El Centro de Estudios de Derecho y Economía está asociado al Center of Capitalism and Society de la Universidad de Columbia, la institución académica norteamericana que avala la maestría de Clarín. En noviembre de este año realizarán el VI Congreso Phelps Derecho y Economía de la Innovación y la Inclusión Social donde están invitados jueces supremos como Ricardo Lorenzetti y Elena Highton, junto al editorialista de La Nación, Claudio Escribano.
En el Amicus presentado desde REDCOM, recordamos la Opinión Consultiva 5/85 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos cuando dice que “en principio la libertad de expresión requiere que los medios de comunicación social estén virtualmente abiertos a todos sin discriminación o, más exactamente, que no haya individuos o grupos que, a priori, estén excluidos del acceso a tales medios”. Sería deseable que ese mismo espíritu se incorpore en la gestión de la justicia. Ojalá, mientras tanto, que la decisión del Tribunal acerca de qué voces escuchar no esté anticipando un fallo contra ese derecho a la comunicación que venimos defendiendo con compromiso y militancia en cada comunidad, en las calles, en las aulas y ahora ante la Justicia.

lunes, 26 de agosto de 2013

domingo, 18 de agosto de 2013

Los enigmas del Princesa

El periodismo es apasionante cuando de contar historias se trata. En agosto, el informe de tapa de La Pulseada trata sobre el pasado, el presente y los futuros posibles del "Teatro Princesa", el sitio de la vieja sociedad de Unione e Fratellanza de los italianos. En la crónica entrecruzan los obreros que vinieron a construir la ciudad, personajes entrañables -y discutidos- de la ciudad, el "desierto" de la cultura platense durante el menemismo -y los refugios de quienes resistían-, el fantasma del COU y la especulación inmobiliaria, y mucho más.
La bajada dice así:

Vio nacimientos y muertes. La solidaridad de los italianos que construyeron La Plata y la topadora que motoriza el ordenamiento urbano de la nueva época. Fue un cine masivo, el primer salón de tango platense y un teatro experimental. Un trozo de la historia de la ciudad se condensa en el misterioso edificio de diagonal 74 que ahora se ofrece como una oportunidad inmobiliaria. Personajes, leyendas, escenas y preguntas sobre un sitio que es bastante más que un “lote” en venta.

Y pueden seguir leyendo clikeando acá.

domingo, 9 de junio de 2013

Gracias por el aire

En C´est la vie, en Malisia, se respira un aire distinto al que se respira en el pasaje Dardo Rocha. Y es fundamental esa oxigenación del mundo del periodismo, la narrativa, el ensayo y la poesía.
Cuando pensaba qué decir sobre “libros y agua” -ese amplísimo y sugerente título que pusieron para desbordarnos- se me ocurrió pensar en los cuatro elementos (en los cuatro elementos del budismo temprano, en los cuatro elementos clásicos de los griegos, en los cuatro elementos que ordenan los signos del zoodíaco o que inspiraron los estados de la materia descritos por la ciencia moderna): la tierra, el agua, el fuego y el aire.
¿Cuál de esos elementos es más afín a los libros?
No tengo una respuesta convincente a ese interrogante; más bien una respuesta por descarte.

La asociación del término “libros” con tres de esos elementos sugiere una trilogía oscura y triste donde los libros son los que pierden. Una trilogía que involucra al terrorismo de Estado y al estado neoliberal, al estado ausente, que es el Estado Inundador.

Fuego, tierra, agua.
Libros quemados.
Libros enterrados.
Libros inundados.

El mes pasado se cumplieron 80 años de la “Acción contra el Espíritu antialemán” (10-05-1933), una emblemática intervención de la que fueron partícipes 70 mil seguidores de Hitler en Berlín. Más de 20 mil libros fueron llevados a la hoguera en carretillas y camiones, entregados por la propia gente, para erradicar el “espíritu antialemán” que representaban.
“Donde se queman libros se terminan quemando también personas”, había predicho Heinrich Heine (1797-1856), uno de los autores cuya obra desapareció de las bibliotecas y ardió ese día.
Dentro de dos semanas se cumplen 33 de la quema de libros del Centro de Editor de América Latina (CEAL), en Sarandí, en cumplimiento de una orden dictada por un juzgado de La Plata.
Ahí se incendiaron 24 toneladas de publicaciones que “no compatibilizaban con el pensamiento rector del sistema de vida occidental”, como dice la sentencia del 25 de marzo de 1980.
Y podríamos seguir la lista. Hablando del terror de Estado del siglo XXI, en abril se cumplieron 10 años de la quema de millones de libros en las bibliotecas de Bagdad, luego de la invasión militar del mundo occidental que fue a llevar la democracia y la libertad a los irakies.

Libros y tierra es una relación que nace del miedo o de la resistencia en esos contextos. Es imposible saber en cuántas decenas y centenares de patios y jardines platenses hay ocultados libros de Galeano, de Fanon, de Marx o de Elsa Bornemann.
Libros enterrados en el 55, libros enterrados en el 76. Libros que seguramente han perecido por la humedad, porque el agua es otro gran enemigo de la literatura.

Ese es, al fin y al cabo, el tema que nos convoca: libros y agua.
El agua es una de las cosas más dañinas que hay para los libros. Y entonces tenemos un gran problema, porque vivimos en una ciudad donde la política pública “hace agua”. De eso estamos hablando, sin descanso, desde el 3 de abril.

Desde La Pulseada, con un gran trabajo en equipo, hicimos una intensa y extensa cobertura sobre las inundaciones, primero en la web y luego en la edición impresa. Todavía estaba húmeda la ciudad, a mediados de abril, cuando encaramos el informe de tapa del mes siguiente y esbozamos diez ejes, diez lecciones que nos dejaba el naufragio de la ciudad.
No era fácil pensar entre tantas responsabilidades cruzadas y tantos muertos, pero uno de los ejes que planteamos tenía que ver con la pérdida del patrimonio cultural. Decíamos:
Papeles y bienes patrimoniales, privados e institucionales, fueron otras víctimas de la inundación y desnudaron otra de las carencias en la previsión de desastres. Una de las imágenes más fuertes de la pérdida se vio en el invaluable archivo que atesora en su casa María Isabel “Chicha” Chorobik de Mariani, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, compuesto por fojas judiciales, fotos y cartas (desde institucionales, de Abuelas, hasta tarjetas de casamiento y documentos de su hijo asesinado), más otras pruebas recolectadas en más de 36 años. Lo tapó el agua. No había un plan. Lo rescató la solidaridad.

En ese momento sabíamos que se había inundado también el conservatorio de música Gilardo Gilardi y la sede de la ANSES.
Hoy sabemos, también, que el agua inundó buena parte del Archivo de Obras Particulares (donde hay planos de fines del siglo XIX que son tesoros), que arrasó con la Biblioteca Braile de la Fundación Tiflos y que arruinó el 90% de la colección de la Biblioteca Popular Carlos Bormida (38 e/ 135 y 136). Sin contar miles de bibliotecas personales arruinadas por el agua.

Y el Estado ausente que causó la inundación, fue un Estado ausente frente a sus consecuencias. ¿Qué hizo la secretaría de Cultura y Educación ante tanto papel inundado? Una feria del libro en el centro de la ciudad, con las editoriales que estaban secas.
No hubo ayuda, ni hubo duelo, para los libros inundados.

Cuando los libros están mojados nos llora un poquito el cuerpo –escribió Gabriela Pesclevi al colectivo de bibliotecas populares de la región, apenas unos días después de la inundación.

Así quedamos todos, haciendo cosas a tientas, mientras nos lloraba el cuerpo y nos faltaban las palabras. Y así nos fuimos encontrando.
Esas palabras, el ejército de colaboradores que asistió a los papeles de Chicha Mariani, la “Marca del Agua” que intervino la farsa del Pasaje Dardo Rocha, igual que esta jornada de desborde, traen aire fresco al mundo de las publicaciones. Un aire que cicatriza, que limpia, que seca. Que nos desentierra, que nos desinunda y nos devuelve la palabra.
Gracias, entonces, por este aire.

*Apuntes para la charla realizada el 8 de junio de 2013
en la jornada de Desborde convocada por Malisia.

viernes, 24 de mayo de 2013

Linda trama

Imagen tomada de http://www.robotzonda.com.ar/
"Hacer haciendo entre lo público y lo comunitario". Así le pusieron de título al programa.

No sabía muy bien a dónde iba ni para qué, cuando acepté la invitación del colega Oscar Bosetti a su programa de radio, TramaS, grabado en Radio Eter y trasmitido por veintipico radios, comunitarias o universitarias, de las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos, Córdoba, Mendoza, Chubut, Neuquén y Río Negro.
Resultó ser una "audición de conversaciones de libre reproducción", con una persona invitada, y esta vez el invitado era yo. Aquí el resultado, emitido esta semana, una charla placentera donde hablamos de los colectivos culturales de la ciudad (y en particular de La Grieta), de La Pulseada y la obra del padre Cajade, de La Plata, de la comunicación social, la historia reciente y las últimas inundaciones.

Lecciones del desastre


Falta de infraestructura que se había recomendado (y sobra de negocios en el cemento); sistema de salud desmantelado; pobreza y contaminación en las periferias; una destilería riesgosa; ausencia de un plan ante graves emergencias (y zona liberada para que la Policía se encargue de una cuestión sanitaria). Pérdidas humanas y patrimoniales; vitalidad de las redes de solidaridad; la comunicación y la producción universitaria en medio del caos; la búsqueda de responsables. Informe especial sobre la peor catástrofe de la ciudad que se creía perfecta y aún no se secó. 

Así dice la bajada de "Lecciones del desastre", el informe de tapa de La Pulseada de mayo, después una intensa cobertura sobre las inundaciones en La Plata realizada en la web (que sigue actualizando). Un orgullo de trabajo periodístico en equipo, en el que participaron Josefina López Mac Kenzie, Josefina Garzillo, Agustina Sarati, María Laura D´Amico, Josefina Oliva, Soledad Iparraguirre, Facundo Arroyo, Milva Benitez, Laureano Barrera, Juan Manuel Mannarino, Luis Ferraris, Gabriela Hernández, Kaloián Santos Cabrera y quien suscribe.

viernes, 10 de mayo de 2013

"Los argentinos tienen que saber"


El periodista platense Miguel Graziano acaba de publicar En el cielo nos vemos. La historia de Jorge Julio López. Cuenta la vida del testigo y militante desaparecido -en dictadura y en democracia- y también la historia del caso -incluido su maltrato judicial y político-. El libro ya se consigue en librerías y será presentado el próximo miércoles por la tarde en la Facultad de Periodismo.

Publicado en La Pulseada

A López lo desaparecieron muchas veces. La primera fue en octubre del 76. El Estado terrorista lo secuestró junto a muchos militantes de la Unidad Básica de su barrio, Los Hornos, vinculada a Montoneros. La segunda fue casi 30 años más tarde, cuando estaba por escuchar los alegatos contra el represor Miguel Osvaldo Echecolatz, condenado a prisión perpetua en una causa que lo tuvo como querellante y testigo.

La tercera desaparición fue en los medios. Pasaron unos meses de su secuestro y dejó de ser tema relevante en la agenda; pasaron años y directamente dejó de ser tema, salvo honradísimas excepciones que se cuentan con los dedos de una mano.

La última desaparición fue la menos notoria y la más grave: López no está entre las preocupaciones de los investigadores del Poder Judicial, donde la causa duerme impune y se pasea en carretilla entre oficinas que esquivan el bulto. Fue la menos notoria, porque prácticamente nunca fue tratada con interés y compromiso. Es la más grave, porque López sigue desaparecido y su ausencia es una incógnita y un símbolo de impunidad.

*

Entre las honradas excepciones del periodismo siempre estuvo Miguel Graziano. Y ahora está su libro, En el cielo nos vemos, editado por Peña Lillo y Ediciones Continente.

Uno de los méritos del trabajo es contar la historia de este hombre de apellido López, “Tito” para su familia, “Partido Socialista” para sus antiguos compañeros, “el viejo” para los militantes de derechos humanos. Poco se sabe y se dijo de él, más que su condición de “testigo clave”, “desaparecido en democracia”, o los mil y un rumores de la causa.

Pocos conocen de su infancia en Villegas, su paso por San Martín de los Andes para hacer el servicio militar o su relación con el trabajo en la construcción y en las quintas, de cómo y por qué militó en Montoneros, de cómo (sobre)vivió el terror de los centros clandestinos, o de por qué hizo memoria, silenciosamente, escribiendo en los reversos de almanaques, boletas y bolsas de cal. De sus dibujos y su letra temblorosa en esos apuntes que hacía con el objetivo de buscar justicia por sus compañeros, donde repetía que “los argentinos tienen que saber”.

Esta revista contó una vez, hace cinco años, parte de esa historia (La Pulseada 47). Graziano la completa, la hace más profunda, la narra casi día a día y con todas las fuentes al alcance: desde los familiares más cercanos hasta un exhaustivo trabajo documental.

El otro gran mérito de En el cielo nos vemos es su calidad de documento. Aun arriesgando la fluidez narrativa, Graziano apuesta a eso. Registra todo. Hay transcripciones completas de declaraciones; entrevistas y discursos de sus compañeros que buscan justicia. Entre tanto silencio, parece necesario recordar absolutamente todo lo que pasó. Especialmente porque el libro no es sólo “la historia de Jorge Julio López”, el desaparecido, sino también la historia del caso, del trato que recibió políticamente, de cómo fue -poco y mal- investigado. Al contar esta etapa, casi en tiempo real, el autor repone cada momento del caso: el largo período en que estuvo a cargo de la Policía Bonaerense (“como poner un zorro a cuidar un gallinero”, decía la incansable Adriana Calvo), las trabas planteadas por funcionarios como Eduardo Luis Duhalde o Esteban Righi para que la investigación pasara al fuero federal (recién en abril de 2008, tras un año y medio de la desaparición, la Cámara de Federal de Apelaciones resolvió que la carátula de la causa fuera “Presunta desaparición forzada”, y ordenó apartar a la Bonaerense), las equívocas intervenciones de Hebe de Bonafini o Alejandro Incháurregui poniendo en duda la desaparición, como así también sensaciones, opiniones y diálogos de la familia y los compañeros de López, las intervenciones urbanas pidiendo justicia, los datos reales o falsos arrojados a la escena pública ante cada aniversario. Vale recordar, en ese sentido, que este caso que revive lo peor de los años del terror no sólo incluye un desaparecido sino también un NN: el hombre calcinado que apareció en el Camino Negro a poco del secuestro de López, pero que no es López: “uno de los cadáveres que más tiempo lleva en la morgue judicial de la provincia de Buenos Aires y ha resistido varios intentos de traslado a un osario”.

 *

En el cielo nos vemos es un libro sencillo y a la vez contundente sobre un hecho que define como “un manual de la perfecta impunidad”.

Graziano cuenta a López más allá del testigo desaparecido: “tranquilo, callado, un poco cerrado, introspectivo. Le gustaba cuidar de su jardín y tenía una pequeña huerta. Mezclaba rosas y malvones con tomates, orégano, lechuga y acelga. Construía sus propias macetas cuadradas con pedazos de tejas. También le gustaban los frutales. Tenía un limonero, ciruelos, higos y una parra. En el fondo de la casa mantenía, además, un gallinero. A los 43 años empezó a ir a la Unidad Básica, pero a su familia no le contaba de las discusiones de las que participaba. Mucho menos de las tareas de investigación que le mandaban hacer, aprovechando sus habilidades como albañil…”

Cuenta al López obstinado por recordar y resguardar la verdad de lo sucedido, pese a la promesa de olvidar que había hecho a su esposa Irene: “Cada vez que se encontraba un adulto fuera del ámbito de la familia, López sacaba el tema. Habló con los quinteros de Los Hornos y los tamberos de Poblet. Y con el sepulturero del Cementerio de La Plata. Eso le permitió sacar conclusiones, elaborar hipótesis, teorías. Encontrar una explicación a lo que había pasado”.

Y cuenta al López comprometido con la búsqueda de justicia: “Un día se presentó ante Nilda y Rufino con una carpeta en donde tenía escrito todo lo que le había pasado. Les mostró sus dibujos y los sorprendió con una historia contada de manera un tanto anárquica en el reverso de las bolsas de cemento. Pronto estaban manos a la obra en la reconstrucción de su historia”.

*

La historia no tiene final y es lógico, porque el caso López aún espera verdad y justicia. El autor cierra con un epílogo contundente: “La desaparición forzada de Jorge Julio López podría haberse evitado. El Estado no pensó en la protección de los testigos a la hora de armar los juicios, ni investigó si el aparato represivo estaba desactivado, ni armó una red de prevención con vigilancia sobre los represores. Faltaron fondos y voluntad política”.

López desapareció una vez, otra vez y otra vez. Graziano dice que escribió el libro para evitar una desaparición más: para hacerlo presente entre nosotros.

Ilustrado con dos fotos paradigmáticas de Helen Zout en tapa y contratapa, En el cielo nos vemos ya se presentó en la Feria del Libro y llegó a las librerías de La Plata. En la próxima semana tendrá una bienvenida local con una conversación a la que están invitados Marisa Álvarez (El Día), Alfredo Silleta (Diagonales) y el autor de esta nota. La cita es en la Facultad de Periodismo, el miércoles 15 a las 15.30 horas. La otra invitación es sumergirse en el libro, compartirlo y comentarlo. Porque, como decía el viejo, los argentinos tienen que saber.
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